Sartori parece ser muy optimista en la racionalidad de las personas, desatendiendo el voto emotivo que muchas veces se da como respuesta anti-algo. En todo caso, el preocuparse principalmente por el votante suficientemente informado creo que resulta una forma limitada de ver el problema. No es solo la baja capacidad de abstracción del votante homo videns el mayor problema. Este tampoco se encuentra solo o nuclearmente en la calidad o en el sesgo de la información recibida a través de los tele-medios. Creo que el problema mayor del procedimiento democrático es justamente elevar la formación, vocación, experiencia, probidad e idoneidad de aquellos por quienes se vota, y lograr que ese filtro se distancie por completo del marketing político corporativo actual en el que vivimos; "corporativo" en el sentido más amplio posible. A lo que se deberá añadir por supuesto instituciones competentes que consigan las correcciones necesarias cuando algo ande mal. Es decir, de qué sirve qué tan bien informado esté el comensal con una carta muy vistosa y estéticamente atractiva si las pocas opciones del menú o lo harán enfermarse o le sabrán muy mal, o ambas cosas.
Sartori parece ser muy optimista en la racionalidad de las personas, desatendiendo el voto emotivo que muchas veces se da como respuesta anti-algo. En todo caso, el preocuparse principalmente por el votante suficientemente informado creo que resulta una forma limitada de ver el problema.
No es solo la baja capacidad de abstracción del votante homo videns el mayor problema. Este tampoco se encuentra solo o nuclearmente en la calidad o en el sesgo de la información recibida a través de los tele-medios. Creo que el problema mayor del procedimiento democrático es justamente elevar la formación, vocación, experiencia, probidad e idoneidad de aquellos por quienes se vota, y lograr que ese filtro se distancie por completo del marketing político corporativo actual en el que vivimos; "corporativo" en el sentido más amplio posible. A lo que se deberá añadir por supuesto instituciones competentes que consigan las correcciones necesarias cuando algo ande mal.
Es decir, de qué sirve qué tan bien informado esté el comensal con una carta muy vistosa y estéticamente atractiva si las pocas opciones del menú o lo harán enfermarse o le sabrán muy mal, o ambas cosas.