Si los seres humanos trataran la propiedad personal de los demás de la misma manera que tratan su medio ambiente, consideraríamos esa conducta como antisocial e impondríamos las medidas judiciales necesarias para restituir las posesiones personales apropiadas indebidamente. Por lo tanto, es apropiado que busquemos recursos éticos y legales cuando sea posible en materia de delitos ecológicos. De ello se desprende que cometer un delito contra el mundo natural es un pecado. Que los seres humanos provoquen la extinción de especies y destruyan la diversidad biológica de la creación de Dios. Que los seres humanos degraden la integridad de la Tierra provocando cambios en su clima, despojándola de sus bosques naturales o destruyendo sus humedales. Que los seres humanos dañen a otros seres humanos con enfermedades. Que los seres humanos contaminen las aguas de la Tierra, su tierra, su aire y su vida con sustancias venenosas. Estos son pecados.
Si los seres humanos trataran la propiedad personal de los demás de la misma manera que tratan su medio ambiente, consideraríamos esa conducta como antisocial e impondríamos las medidas judiciales necesarias para restituir las posesiones personales apropiadas indebidamente. Por lo tanto, es apropiado que busquemos recursos éticos y legales cuando sea posible en materia de delitos ecológicos.
De ello se desprende que cometer un delito contra el mundo natural es un pecado. Que los seres humanos provoquen la extinción de especies y destruyan la diversidad biológica de la creación de Dios. Que los seres humanos degraden la integridad de la Tierra provocando cambios en su clima, despojándola de sus bosques naturales o destruyendo sus humedales. Que los seres humanos dañen a otros seres humanos con enfermedades. Que los seres humanos contaminen las aguas de la Tierra, su tierra, su aire y su vida con sustancias venenosas. Estos son pecados.