1979 Formula 1 Spanish Grand Prix - F1 Spanish GP - Jarama - Patrick Depailler Ligier-Ford

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  • เผยแพร่เมื่อ 16 ก.ย. 2024
  • El francés Patrick Depailler, ante más de 125.000 espectadores, que abarrotaron el circuito del Jarama, ganó la segunda carrera de su vida en la fórmula 1. El eterno segundo o el Poulidor del automovilismo, como le han llamado durante mucho tiempo a Depailler, dio una nueva victoria a Ligier y rompió el equilibrio con Ferrari.
    La victoria del francés Patrick Depailler fue incontestable. Desde que el semáforo que da la salida se puso verde, Depailler tomó el mando de la carrera, para no dejarlo en ningún momento. Sólo durante quince vueltas estuvo inquietado por su propio compañero de equipo, Laffite, que había hecho el mejor tiempo en los entrenamientos, pero éste rompió la caja de cambios al cabo de estas vueltas y tuvo que retirarse, entrando en el box con manifiesto gesto de disgusto, al haber sufrido la misma avería que en la carrera anterior.Solo ya en cabeza, Depailler, sin siquiera el obstáculo de su compañero de equipo, no tuvo ya sino que mantener el hueco que había creado en su tirón inicial, lo que no le resultó demasiado difícil. El francés, muy sobrado, no fue inquietado en ningún momento, lo que restó emoción e incertidumbre de cara al resultado final. Sólo una avería podría haber privado a Depailler de la victoria, y éste tenía el suficiente margen de ventaja sobre los demás como para permitirse rodar sin forzar demasiado.
    El "trompo" de Villeneuve, clave
    Sin embargo, la clave de la carrera estuvo en la tercera vuelta. Hasta ese momento, los dos Ligier, con Depailler siempre en cabeza, se habían distanciado algo, pero no excesivamente. Estaba entonces en tercer lugar el argentino Reutemann, que había realizado una salida sensacional con su Lotus 79. Justamente por detrás de Reutemann rodaba el canadiense Gilles Villeneuve, quien, consciente del peligro que podía tener para la duración de sus ruedas el hacer una arrancada fulgurante, prefirió realizar ésta con una mayor tranquilidad.Poco a poco, en esas tres primeras vueltas, los Ligier se fueron despegando ligeramente del resto, mientras Villeneuve recuperaba el terreno cedido ante Reutemann. Al cumplirse la tercera vuelta, al final de la larga recta de tribunas, donde los vehículos alcanzan casi trescientos kilómetros por hora, Villeneuve intentó superar a Reutemann en la frenada. Tras rodar pegado, inmediatamente detrás del Lotus durante gran parte de la recta, para aprovechar el rebufio de éste, el canadiense se puso a la altura del que fuera líder del equipo Ferrari en la pasada temporada. Villeneuve intentaba rebasar a Reutemann, por el interior de la curva, aprovechando la circunstancia de frenar más tarde que su rival. Para ello tenía que arriesgar al máximo, porque el argentino no se iba a dejar adelantar fácilmente, y mucho menos en una zona donde la máquina ya no hace nada, y es sólo el hombre el que cuenta. Hubiera sido una humillación demasiado grande para Reutemann, infringida, además, por su segundo del año pasado. De ahí que el argentino no sólo no cediese un ápice, sino que, antes al contrario, intentase entorpecer al máximo la maniobra de Villeneuve.
    Forzado al límite por el hecho de tener que hacer el adelantamiento en tales circunstancias -quizá el canadiense debió desistir en el último momento y esperar una situación más propicia, aunque para un hombre con el espíritu de lucha y el ansia de triunfo de Villeneuve es muy difícil desistir al intento de un adelantamiento, por arriesgado que éste sea-, Villeneuve frenó en un terreno prácticamente imposible. Pero, en ese instante, las ruedas traseras de su Ferrari se bloquearon, y, brusca y súbitamente, el coche empezó a atravesarse en la pista, recorriendo gran parte de la curva de lado y sin control del vehículo. Finalmente, el coche quedó detenido en medio de la pista, con el consiguiente riesgo de ser embestido por cualquiera de los vehículos que venían detrás.
    Recuperado en sólo unos instantes del susto que debe producir el perder el control de un monoplaza de fórmula a casi trescientos kilómetros por hora, y de tener que esperar impasible el paso de varios coches pensando que cualquiera de ellos podría embestirle fatalmente, Villeneuve volvió a la carrera como si tal cosa, con una sangre fría impresionante Había perdido, eso sí, varios puestos, pero, con su conocido espíritu de lucha volvió a la carga para recuperar el tiempo concedido en esta maniobra.

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