P E N U M B R A

Al abordar Un viaje a la penumbra de Díaz, el tópico que insiste con más
fuerza entre ese complejo entramado de sucesos ambiguos, es el tópico de
la culpa. Culpa de un asesino o de alguien que sueña con serlo, culpa de un
esposo infiel, de un hombre, tal vez, abusado por su padre; culpa, finalmente
de algo que la obra nos presenta de forma oscura, inmersa en la propia
penumbra del ambiente.
Pero, ¿qué es la culpa? Pareciera ser un acontecimiento común a todos,
vivido por nosotros en algún momento de la existencia. Y pese a esto, su
comprensión y, por tal, su significación resulta difícil. Este mismo fenómeno
es lo que hace a la obra de Díaz interesante. Tanto la obra como el tema son
complejos, o a lo mejor, la obra misma es la dificultad del propio tema: ¿Qué
es la culpa?
Asesinar, violar, ser infiel, robar. Nada de esto es sinónimo de culpabilidad y,
sin embargo, todo esto podría señalar un indicio de ésta. Este es el núcleo
de la obra, y que resulta en la ausencia de culpa frente a todo lo que la
señala. Entonces, si dicha sensación o castigo está ausente ante los actos
que llevarían a ella, qué es entonces la culpa sino el imaginario de nuestros
límites, aquello que traza los límites de la humanidad.
Si el asesino, por ejemplo, pierde su culpabilidad, su humanidad se desplaza
y entra en terrenos de lo bestial. Los límites se desdibujan y con ellos las
consecuencias. El hacer del hombre, como en el caso del viajero, se torna
desposeído de reacción y por tal de sentido.
En la puesta en escena actúan Diego Casas y Juan Flórez (a quien luego se sutituyó por Juan Vélez) y la puesta en escena es dirigida por Mario Sánchez-Vanegas.
Es PENUMBRA una versión libre de "Viaje a la penumbra" del dramaturgo chileno Jorge Díaz.