Yo estoy en un tratamiento por una Depresión Mayor que inició hace un par de años. Es una enfermedad real. Pasé por una crisis personal que generó un nivel de estrés muy alto al que estuve expuesta por más de tres meses. Eso hizo que la química de mi cerebro cambiara y ya no fuera capaz de inhibir naturalmente la segregación de las hormonas que controlan el estrés, lo que me generó una depresión constante y muy fuerte. Me negué a tratarlo porque no quería aceptar que podía ser real, pero sólo empeoró. Duré alrededor de un año sintiendo lo que se siente cuando te enteras que perdiste a un ser querido (tal cual). Además, no podía dormir porque los latidos del corazón y el sudor excesivo me despertaban. Me dolía mucho el pecho y sentía que tenía una inflamación en el cuello todo el tiempo. Lloré lo que nunca en mi vida y me costaba demasiado levantarme de la cama. Me hicieron exámenes para descartar problemas de tiroides y otras enfermedades; no encontraron nada. Como no hay exámenes disponibles para medir el balance de la química cerebral, por descarte y con base en los síntomas (que incluían pensamientos suicidas a diario) el Doctor concluyó que se trataba de una depresión. Al comienzo no quería tomar pastillas porque tenía una serie de prejuicios, como que los antidepresivos causan adicción. Pero dada la situación empecé a investigar el medicamento que me recetaron y resulta que hay una generación relativamente nueva de antidepresivos (los ISRS) con una tecnología diferente, que NO causan adicción. Entre esos, estaba el que me recetó el médico. Empecé a tomar el medicamento y fue increíble. La primera semana noté cambios; de repente, ese dolor profundo que no me dejaba levantar de la cama y que me hacía pensar en el suicidio todos los días empezó a desaparecer. Ya ha pasado un tiempo desde entonces, me ajustaron la dosis una vez y este año empiezo el proceso para dejar las pastillas. Me di cuenta que hay mucha ignorancia en torno a esta enfermedad, a pesar de que SÍ HAY mucha información disponible. Sí es cierto que pude haber prevenido la depresión, si hubiese evitado que el estrés controlara mi vida durante esos tres meses, pero una vez tienes la enfermedad, ya no depende de ti, es la química desbalanceada de tu cerebro la que tiene el control y necesitas ayuda. Es como un cáncer de pulmón o de piel. Claro que lo puedes prevenir dejando de fumar o no exponiéndote a la radiación del sol, respectivamente, pero si por alguna razón ya cometiste el error, curarte del cáncer ya no es un tema de voluntad, necesitas un tratamiento. Estoy segura de que si para la mayoría esto fuera claro, no habrían tantos suicidios en el mundo. Ahora mi reto, después de dejar las pastillas, es no volver a dejarme llevar por el estrés como lo hice esa vez. En eso también he trabajado estos años porque soy consciente que si me dejo llevar así otra vez por las preocupaciones, tendría que volver a pasar por todo ese proceso y ese dolor, algo que obviamente no quiero y que no le deseo a nadie.
Yo estoy en un tratamiento por una Depresión Mayor que inició hace un par de años. Es una enfermedad real. Pasé por una crisis personal que generó un nivel de estrés muy alto al que estuve expuesta por más de tres meses. Eso hizo que la química de mi cerebro cambiara y ya no fuera capaz de inhibir naturalmente la segregación de las hormonas que controlan el estrés, lo que me generó una depresión constante y muy fuerte. Me negué a tratarlo porque no quería aceptar que podía ser real, pero sólo empeoró. Duré alrededor de un año sintiendo lo que se siente cuando te enteras que perdiste a un ser querido (tal cual). Además, no podía dormir porque los latidos del corazón y el sudor excesivo me despertaban. Me dolía mucho el pecho y sentía que tenía una inflamación en el cuello todo el tiempo. Lloré lo que nunca en mi vida y me costaba demasiado levantarme de la cama. Me hicieron exámenes para descartar problemas de tiroides y otras enfermedades; no encontraron nada. Como no hay exámenes disponibles para medir el balance de la química cerebral, por descarte y con base en los síntomas (que incluían pensamientos suicidas a diario) el Doctor concluyó que se trataba de una depresión. Al comienzo no quería tomar pastillas porque tenía una serie de prejuicios, como que los antidepresivos causan adicción. Pero dada la situación empecé a investigar el medicamento que me recetaron y resulta que hay una generación relativamente nueva de antidepresivos (los ISRS) con una tecnología diferente, que NO causan adicción. Entre esos, estaba el que me recetó el médico. Empecé a tomar el medicamento y fue increíble. La primera semana noté cambios; de repente, ese dolor profundo que no me dejaba levantar de la cama y que me hacía pensar en el suicidio todos los días empezó a desaparecer. Ya ha pasado un tiempo desde entonces, me ajustaron la dosis una vez y este año empiezo el proceso para dejar las pastillas. Me di cuenta que hay mucha ignorancia en torno a esta enfermedad, a pesar de que SÍ HAY mucha información disponible. Sí es cierto que pude haber prevenido la depresión, si hubiese evitado que el estrés controlara mi vida durante esos tres meses, pero una vez tienes la enfermedad, ya no depende de ti, es la química desbalanceada de tu cerebro la que tiene el control y necesitas ayuda. Es como un cáncer de pulmón o de piel. Claro que lo puedes prevenir dejando de fumar o no exponiéndote a la radiación del sol, respectivamente, pero si por alguna razón ya cometiste el error, curarte del cáncer ya no es un tema de voluntad, necesitas un tratamiento. Estoy segura de que si para la mayoría esto fuera claro, no habrían tantos suicidios en el mundo.
Ahora mi reto, después de dejar las pastillas, es no volver a dejarme llevar por el estrés como lo hice esa vez. En eso también he trabajado estos años porque soy consciente que si me dejo llevar así otra vez por las preocupaciones, tendría que volver a pasar por todo ese proceso y ese dolor, algo que obviamente no quiero y que no le deseo a nadie.