9 Octubre 2024-Miércoles 27º Ordinario-Ciclo B-Lc 11, 1-4-Enséñanos a orar, aunque no es tan fácil.

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  • เผยแพร่เมื่อ 12 ต.ค. 2024
  • EVANGELIO DEL MIÉRCOLES 27º DEL TIEMPO ORDINARIO, 9 DE OCTUBRE 2024-CICLO B-Lc 11, 1 4: «ENSÉÑANOS A ORAR, AUNQUE NO ES TAN FÁCIL». ¡Qué hermoso ver a los niños rezar! A veces los papás presumen cómo sus hijos rezan. Recuerdo que una mamá le dijo a su hijo que traía en brazos: "Hijo, ayuda al padre a rezar". Y, entonces, el niño, acercándose a mí, me hizo la señal de la cruz sobre mi frente; y luego después también la señal de la Cruz sobre mis labios; y después la señal de la Cruz sobre mi pecho. Y luego yo le dije al niño: "¡Qué bien sabes rezar! ¡Seguro que esto te lo enseñó tu mami!". Y el niño con la cabeza moviéndola hizo la señal de que sí. ¡Cuántos de nosotros verdaderamente quisiéramos aprender a rezar! Yo escuchó muchas veces a personas que me dicen: "Padre, nos encanta que usted nos vaya enseñando a rezar". Pero el Evangelio de hoy nos da una lección al respecto.
    ENSEÑANOS A REZAR. ¡Cuánta sería el ansia de rezar de los discípulos que, en el Evangelio de hoy, uno de ellos se acercó a Jesús, después de verle rezar, para pedirle que les enseñara. Jesús se pasaba las noches rezando, y los discípulos ya sabían dónde Jesús solía ir a rezar: el Monte de los Olivos. Jesús es consciente de que la oración es bien importante. ¿Para ti es importante la oración o más importante es comerte un plato de lentejas, ir a trabajar, ir a ver una película, ir a un baile, ir a divertirse con los amigos y tomar unas copas? ¿Al amanecer das gracias por el regalo diario de la vida? ¿Vives como pensando que te mereces y que Dios tenía que haberte dado lo que tienes? ¿Quién de nosotros se merece lo que tiene? Por tanto, Jesús es consciente de que es necesario orar, y te lo dice a ti y nos lo dice a cada uno nosotros.
    APRENDAMOS A ORAR. A mí me encanta esta oración. Permíteme que sólo la comente contigo, que aprendamos los dos a rezar. Jesús dice "Padre". Jesús empieza con esta palabra, "Padre", que más bien es "Papá". Ya tenemos la primera característica de la oración: Una oración filial. Una oración y vida de Hijo con su Papá, hablando de las cosas que el Hijo siente, de las cosas que el Hijo vive y sintiendo las cosas que viven. Así debe ser nuestra relación con Dios, hablando de corazón a corazón, de tú a tú y no con frases hechas. Los niños son muy buenos para hacer este tipo de relaciones, porque son tan espontáneos, que no se fabrican las oraciones. Las oraciones les nacen del alma. Tenemos que aprender a ser niños, tener una relación filial de hijo con su padre. "Santificado sea tu nombre", es decir, claro que sí tiene que ser santificado, porque yo quiero para mi padre lo mejor. Yo quiero que su nombre sea famoso, sea conocido, quiero que Él sea amado. Tenemos el compromiso de proclamar que Dios es un Padre Bueno, que nos ama. ¿Por qué no decir al mundo que Dios nos quiere, que se quedó entre nosotros, porque nos ama? No tiene sentido decir que Dios no nos quiere. Si Dios no me quisiera, no me tendría en el mundo, ni siquiera me mantendría en el mundo. Lo más lógico es que yo busque difundir y cacarear el nombre de Dios. Nada en esta vida se compara con el amor de Dios. "Santificado sea tu nombre. Venga tu reino". ¡Cómo no decir que venga el Reino de Papá Dios, desear que venga precisamente la presencia de Dios en nuestras vidas! ¡Cómo no desear que todo sea gloria, dicha, con la presencia de Dios en nuestras vidas!
    PIDAMOS LO QUE NECESITAMOS. Después de querer lo que Papá Dios quiere, pedimos lo que nosotros necesitamos: Nuestro pan de cada día. ¡Primero comer que ser cristiano! Me podría detener aquí en mi comentario. Pero, con un grande dolor continúo: decir al Señor: "Perdona nuestras ofensas", -si sólo fuera decir eso- pero decirle puesto que también yo perdonó a todo aquel que me ofende... Entonces, la segunda parte me pone un freno terrible para la primera parte. Si yo no estoy dispuesto a perdonar todo a aquél que me ofende, ¿Con qué cara, con qué actitud, con qué sinceridad digo al Señor: "Perdóname", cuando yo a aquél a quien tengo que perdonar ni siquiera le perdonó lo más mínimo? "Y no nos dejes caer en la tentación". No me dejes, Señor, caer en esta tentación de no aprender a perdonar, para que, cuando yo me encuentre contigo a la hora de mi muerte, reciba un abrazo de Ti y de parte mía sinceramente, porque perdoné y porque perdono. Que así pueda ser tan sincera tu oración, como la de Jesús, tan sincera como la del niño que dice: "Sí, mi mami me enseñó a rezar"; y lo que te salga del corazón, y el perdón sea también algo profundo en tu corazón. ¡Bendiciones mías y de Papá Dios! P. Salvador Gómez, L.C.

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