Me encantó la película. Me encanta la primera escena con un plano neutro donde sólo hay un grupo de niños solos, el sonido (silencio, eco) acentúa ese vacío, el desamparo; e inmediatamente la misma cámara sube y muestra un plano superior, lejano, frío, vacío, desde abajo, donde aparece una mujer (una madre?) que los regaña a la pasada (los protege?) y les ordena callar porque la canción es sobre el homicida, y la obedecen, se callan, pero en cuanto ella se va ellos vuelven a cantarla, sin alboroto, desde el principio, como si ya estuviesen acostumbrados a habitar la calle solos. El juego de los niños es un círculo de niños donde los que son asesinados no se van, sólo dan un paso atrás y permanecen de pie en segundo plano, en un segundo círculo, y es algo importante porque al final quien habla es una madre, la justicia del pueblo es más efectiva que la del estado pero ambas son insuficientes, nada les devolverá a sus hijos, esa es la tragedia, los hijos muertos siguen ahí para sus madres, en un segundo plano y en silencio, pero presentes, ese es su martirio; también me parece ver que en esa advertencia final, ese "cuídenlos!", hay una crítica a una especie de estafa social empujada por el estado, a esa promesa de libertad que pudo ser en un principio el que las mujeres salieran a trabajar afuera de la casa, porque lo que pasó en verdad en ese momento es que las obligaron a trabajar en dos partes a la vez, en la casa cuidando a los hijos, y en las fábricas y las industrias, porque al final parece que Lang dijera "da lo mismo la justicia popular o la estatal, dan lo mismo las buenas intenciones y la posibilidad de justicia (el mendigo ciego, al principio y al final, clave) porque en el caso de los hijos no hay nada, no hay después, sólo cuidarlos entre todos, antes. Me encantó la delicadeza y el respeto con que toma la muerte de la niña, esa secuencia de planos cortos que son fotos estáticas y aceleran el tiempo: un grito hacia la calle (la ventana), un grito hacia adentro (la caja de las escaleras), un grito hacia sí misma (el desván lleno de fantasmas, el alma o la cabeza), y el silencio, el puesto vacío, no solo quieto sino en silencio, no llegó, ese puesto vacío lleva mucho rato, todo el rato de la búsqueda, y luego el martirio, la muerte de la inocencia (la pelota, que se desliza ya sin fuerza y se detiene entre los árboles, se pierde) y la muerte del cuerpo, mostrando sólo el alma que se eleva, se enreda un poco, y vuela fuera de plano.
Me encantó la película. Me encanta la primera escena con un plano neutro donde sólo hay un grupo de niños solos, el sonido (silencio, eco) acentúa ese vacío, el desamparo; e inmediatamente la misma cámara sube y muestra un plano superior, lejano, frío, vacío, desde abajo, donde aparece una mujer (una madre?) que los regaña a la pasada (los protege?) y les ordena callar porque la canción es sobre el homicida, y la obedecen, se callan, pero en cuanto ella se va ellos vuelven a cantarla, sin alboroto, desde el principio, como si ya estuviesen acostumbrados a habitar la calle solos. El juego de los niños es un círculo de niños donde los que son asesinados no se van, sólo dan un paso atrás y permanecen de pie en segundo plano, en un segundo círculo, y es algo importante porque al final quien habla es una madre, la justicia del pueblo es más efectiva que la del estado pero ambas son insuficientes, nada les devolverá a sus hijos, esa es la tragedia, los hijos muertos siguen ahí para sus madres, en un segundo plano y en silencio, pero presentes, ese es su martirio; también me parece ver que en esa advertencia final, ese "cuídenlos!", hay una crítica a una especie de estafa social empujada por el estado, a esa promesa de libertad que pudo ser en un principio el que las mujeres salieran a trabajar afuera de la casa, porque lo que pasó en verdad en ese momento es que las obligaron a trabajar en dos partes a la vez, en la casa cuidando a los hijos, y en las fábricas y las industrias, porque al final parece que Lang dijera "da lo mismo la justicia popular o la estatal, dan lo mismo las buenas intenciones y la posibilidad de justicia (el mendigo ciego, al principio y al final, clave) porque en el caso de los hijos no hay nada, no hay después, sólo cuidarlos entre todos, antes.
Me encantó la delicadeza y el respeto con que toma la muerte de la niña, esa secuencia de planos cortos que son fotos estáticas y aceleran el tiempo: un grito hacia la calle (la ventana), un grito hacia adentro (la caja de las escaleras), un grito hacia sí misma (el desván lleno de fantasmas, el alma o la cabeza), y el silencio, el puesto vacío, no solo quieto sino en silencio, no llegó, ese puesto vacío lleva mucho rato, todo el rato de la búsqueda, y luego el martirio, la muerte de la inocencia (la pelota, que se desliza ya sin fuerza y se detiene entre los árboles, se pierde) y la muerte del cuerpo, mostrando sólo el alma que se eleva, se enreda un poco, y vuela fuera de plano.
100% de acuerdo,absoluta obra maestra y precedente de todo el cine de psicópatas que vino después.