De Santiago a San Pedro de Atacama

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  • เผยแพร่เมื่อ 30 มิ.ย. 2024
  • ...pueden justificar un viaje tan largo, pero cuando bajaba por la pista de tierra a unos cuatro kilómetros de la carretera, me he encontrado con un cóndor volando sobre mí. La envergadura más grande que gasta un ave en el planeta me para en seco cuando aparecen de repente las enormes alas al girar. Cada lugar guarda regalos exclusivos. Muchos de ellos se convierten en fetiches. Cuando bromeaba diciendo que venía a Chile a ver el cóndor y las llamas, no me imaginaba que iba a tener un encuentro así. El vuelo del cóndor me introduce en Chile más que la aduana del aeropuerto y sería la autoridad más alta para solicitarme el pasaporte si las fronteras sicológicas marcaran surcos en el aire que habita. El cóndor me enseña la identidad andina del lugar donde estoy, y a su manera, con sus largas alas extendidas, con su sutil prioridad en este entorno, me extrae un poco más de la monotonía de mi vida diaria y doméstica.
    He cruzado la carretera para buscar el sendero que sube al mirador desde el Hotel Robledar. Me alegro de no haber visto el mirador, porque de haberlo hecho quizá no hubiera continuado hasta la cumbre, donde he obtenido una panorámica muy hermosa del valle con el volcán a la derecha, un poco más cercana quizá a la del cóndor. El descenso ha sido un poco accidentado porque la nieve ha comenzado a derretirse y el piso estaba muy resbaladizo. Voy a darme una ducha y a cenar algo. Cuando los prestidigitadores cesan, a veces se obtiene cierta ganancia que facilita la tranquilidad y el sueño, sobre todo, cuando coincide, accidentalmente, con el agotamiento.
    7 de julio. Estación María Teresa de Chillán. Noche en Hostal Rayén, Curacautín.
    Después de desayunar en el Riding, le he pedido a Gonzalo, el chico del hostal, que me recordara la hora a la que pasa el bus a Chillán. Entonces me ha dicho que él tenía que bajar al pueblo para hacer unas compras y se ha ofrecido a llevarme. De camino ha parado a recoger a una amiga que también tenía que ir a Chillán. He aprovechado para preguntarles por lugares que merezca la pena visitar de camino a Puerto Montt. Ahora me dirijo a Victoria para ir desde allí a Curacautín. Voy a llegar un poco tarde, pero Gonzalo me ha dicho que es una parada muy recomendable en la ruta que sigo; además, queda cerca el parque Conguillio, al que puedo llegar en bus. Desde Pucón me ha recomendado que haga un recorrido por los lagos hasta Panguipulli, para regresar después a la panamericana. En Puerto Montt tengo que ir al mercado central y buscar entre las cocinerías un buen curanto con costilla ahumada de Llanquihue, que es una región ganadera de buenos embutidos y queso.
    Coincide con Teresita en que no puedo perderme Chiloé: “Representa la identidad chilena más pura”, me dice mientras suelta el volante para gesticular con la mano libre como si escribiera con un pincel en el aire. Así que antes de dirigirme a Bariloche, tomaré el ferry desde Puerto Montt para cruzar a la gran isla.
    Como no entendía bien las reivindicaciones de los profesores, les he preguntado por la reforma educativa. Entonces se explican con la cordura de la gente que habita el mundo real, con esa especie de inmunidad a la propaganda, el eslogan y la moda que resulta habitual entre los chilenos.
    La chica dice que desde Salvador Allende no ha gobernado ningún partido socialista o comunista. El gobierno lo ostenta el partido demócrata, que tiene una ideología de centro-derecha. Gonzalo dice que es una situación compleja porque el problema “tiene muchas aristas”, pero en definitiva las protestas reivindican una educación pública de calidad y sin lucro. La educación pública es de mala calidad en Chile, a la vez que hay muchas universidades y colegios privados que garantizan títulos a los ricos. Además existen escuelas subvencionadas que pertenecen a empresas privadas, las cuales reciben dinero del Estado en función del número de alumnos matriculados. De manera que, como el interés de los propietarios de las escuelas consiste, evidentemente, en ganar dinero, la finalidad legítima del sistema educativo queda relegada permanentemente a un segundo plano. Es habitual entre estas escuelas el uso de toscas trampas para disimular su orientación lucrativa, porque ganar dinero con una escuela en Chile es ilegal. Por ejemplo, justifican gastos en concepto de arriendo cuando son ellos mismos los propietarios de la finca que simulan alquilar a un socio.
    Gonzalo dice que los logros pasan siempre por la reivindicación ciudadana, y pone como ejemplo una plataforma estudiantil muy poderosa que consiguió recientemente que se eliminase una prueba de acceso para estudiar en colegios subvencionados. Los costes también fueron elevados, porque para lograr esta pequeña victoria los estudiantes perdieron todo un curso completo.
    Les pregunto por la cuestión mapuche. El problema -dicen- está focalizado en lugares muy concretos de la Araucanía. Además el conflicto no es tanto entre mapuches y el Estado, sino con inversores privados que se...

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