La Elegía - Poema de lamentación - ( Miguel Hernández)

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  • เผยแพร่เมื่อ 7 ก.ย. 2024
  • Elegía en el que se expresa tristeza, melancolía y nostalgia. Este poema es como un canto de dolor aun amigo muy querido. En cada verso observamos la tristeza de la perdida del ser amado, y la muerte robada.
    Metafóricamente el dolor es tan grande, que no perdona a la muerte enamorada, no perdona a la vida desatenta, no perdona a la tierra ni a la nada.
    Elegía a Ramón Sijé.
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    (En Orihuela, su pueblo y el mío,
    se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé,
    a quien tanto quería).
    Yo quiero ser llorando el hortelano
    de la tierra que ocupas y estercolas,
    compañero del alma, tan temprano.
    Alimentando lluvias, caracolas
    y órganos mi dolor sin instrumento.
    A las desalentadas amapolas
    daré tu corazón por alimento.
    Tanto dolor se agrupa en mi costado,
    que por doler me duele hasta el aliento.
    Un manotazo duro, un golpe helado,
    un hachazo invisible y homicida,
    un empujón brutal te ha derribado.
    No hay extensión más grande que mi herida,
    lloro mi desventura y sus conjuntos;
    y siento más tu muerte que mi vida.
    Ando sobre rastrojos de difuntos,
    y sin calor de nadie y sin consuelo
    voy de mi corazón a los asuntos.
    No perdono a la muerte enamorada,
    no perdono a la vida desatenta,
    no perdono a la tierra ni a la nada.
    En mis manos levanto una tormenta
    de rayos, piedras y hachas estridentes
    sedienta de catástrofes y hambrienta.
    Quiero escarbar la tierra con mis dientes,
    quiero apartar la tierra parte a parte
    con dentelladas secas y calientes.
    Quiero minar la tierra hasta encontrarte
    y besarte la noble calavera
    y desamordazarte y regresarte.
    Volverás a mi huerto y a mi higuera:
    por los altos andamios de las flores
    pajareará tu alma colmenera
    de angelicales ceras y labores.
    Volverás al arrullo de las rejas
    de los enamorados labradores.
    Alegrarás la sombra de mis cejas,
    y tu sangre se irán a cada lado
    disputando tu novia y las abejas.
    Tu corazón, ya terciopelo ajado,
    llama a un campo de almendras espumosas
    mi avariciosa voz de enamorado.
    A las aladas almas de las rosas
    del almendro de nata te requiero,
    que tenemos que hablar de muchas cosas,
    compañero del alma, compañero.

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