El pensamiento crítico y la educación emocional♥️

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  • เผยแพร่เมื่อ 10 ก.พ. 2025
  • Solemos definir a nuestro tiempo, como una época sedienta de espiritualidad. Se afirma también, con algún consenso, que nuestro tiempo rechaza las religiones con su carga de dogmas y compromisos éticos, pero valora la espiritualidad.
    La mística queda en un campo impreciso, indeterminado, pero siempre atrae, en especial la experiencia de las personas a las que llamamos “místicos”. Aunque no comprendamos del todo su experiencia, sabemos que han vivido algo especial, algo diferente y más profundo que los ha conectado con el misterio de Dios.
    Para evitar malentendidos desde el comienzo, debemos decir que, según mi opinión, la mística es una dimensión humana universal, que puede darse o no en un contexto religioso, aunque aquí nos referiremos específicamente a la experiencia mística personal. Autores como Daniel Goleman o Howard Gardner tienen un concepto de lo espiritual que va más allá de lo religioso e incluso de lo cognitivo. Hablamos de esa necesidad por alcanzar un conocimiento más profundo y sensible de nuestra realidad, ahí donde vernos a nosotros mismos como parte de un todo, donde alcanzar un bienestar más elevado y alejado del ego, de la fijación por lo material.
    Desde tiempo inmemoriales la humanidad ha buscado siempre trascender a todo lo que nos es cotidiano y ordinario. No hablamos solo de esa clásica necesidad por tener contacto con lo divino, de esas prácticas religiosas con las que pedir la lluvia a cambio de una ofrenda, de clamar ser sanados, perdonados o bendecidos con la suerte o la fortuna. Hablamos ante todo de esa necesidad del ser humano por alcanzar una “segunda realidad” con la que evadirse, con la que hallar la calma, la auto-realización o incluso por qué no, la sabiduría.

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