Sinfonía No. 7, Las Siete Puertas de Jerusalem de Krzysztof Penderecki - Gustavo Dudamel - OSSBV

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  • เผยแพร่เมื่อ 20 ก.ย. 2024
  • Las siete puertas de Jerusalem
    Krzysztof Penderecki
    Extractos del texto de Francesc Serracanta
    En esta obra los textos cantados en latín pertenecen al Antiguo Testamento, empleando salmos y parte de los libros de los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. “Ad maiorem Dei gloriam et eius sanctae civitatis laudem aeternam”, para la mayor gloria de Dios y las eternas alabanzas de su ciudad santa.
    El primer movimiento, Magnus Dominus et laudabilis nimis, Grande es el Señor y digno de toda alabanza, pertenece al Salmo 48. Después de unos acordes de metal y percusión, el coro canta las dos primeras estrofas del salmo en forma de himno, como una poderosa súplica. Los solistas interpretan las tres primeras estrofas del Salmo 96, Cantate Domino canticum novum. Un interludio orquestal precede a un recitativo para soprano, repetido en contrapunto por el tenor y el bajo. El coro repite el primer salmo aumentado con su último verso. En su parte final los solistas se añaden al coro, terminando delicadamente con cierta incertidumbre.
    El segundo movimiento, Si oblitus fuoro tui, Jerusalem, pertenece al Salmo 137, versículo 5. Si te olvido Jerusalem, que se me seque la mano derecha. Es cantado por la segunda soprano, seguido por un grave comentario de la orquesta, de la cuerda y los timbales. Hace la función de puente hacia el cuarto movimiento. La entrada del coro es contestada brevemente por la soprano, terminando con los comentarios orquestales.
    El tercer movimiento, De profundis, usa el texto del Salmo 130, versículos 1 al 5. Está interpretado por los tres coros a cuatro voces cada uno, cantando a capella. Se trata de una de las partes más intensas y conmovedoras de la obra.
    El cuarto movimiento, Si oblitus fuoro tui, Jerusalem, empieza con una grave introducción orquestal, intensificada por la percusión y glissandos de la cuerda, la soprano que repite la introducción del versículo del II movimiento. Continúa con la repetición de los anteriores comentarios orquestales, hasta la entrada de los coros, cantando el texto de Isaías 26,2 y 52,1. En el último se une la soprano a los coros. Después de un nuevo comentario orquestal finaliza.
    El quinto movimiento, Lauda, Jerusalem, Dominum, corresponde al scherzo de la sinfonía. Corresponde al Salmo147, versículos 12 al 14. Con especiales instrumentos de percusión. Como los tubáfonos, unos instrumentos desarrollados por Penderecki a partir de los usados por los aborígenes neozelandeses. La parte correspondiente al scherzo es eminentemente rítmica, remarcada por la percusión y el repetitivo canto del coro. La cuerda y el viento presentan un interludio en forma fugada. La parte central corresponde al trio, el coro recita de manera camerística las estrofas centrales. Los solistas se le añaden en un modo elegíaco. Un intermedio orquestal empezando en la cuerda, con solos del piccolo, de la trompa y finalmente de la flauta, nos conduce a una repetición de la elegía por el coro y los solistas. La percusión aumentada abre la repetición del scherzo, con su ritmo obsesivo, conduciéndonos a un dramático climax.
    El sexto movimiento, Hajetà alai jad adonài, la mano del Señor se posó sobre mí, está escrito en hebreo para recitador y orquesta, del texto del Libro de Ezechiel 37, versículos 1 a 10. El narrador cuenta la visión de la resurrección de los muertos. Es al mismo tiempo una alusión a la resurrección del pueblo judío después del holocausto. La cuerda, el metal y la percusión añaden poderosos comentarios evocativos a la voz del narrador. Una trompeta baja realiza un solo representando simbólicamente la voz de Dios.
    El séptimo movimiento, Haec dicit Dominus, así habla el Señor, utiliza diversos textos de la Biblia. Jeremías, 21,8. Es cantado por el coro con cierta solemnidad. El tenor inicia un dramático recitativo con los textos de Daniel 7,13 y el de Isaías 59,19. El bajo se le une en el intenso diálogo. Después de un breve interludio orquestal, los coros femeninos interpretan los versículos de Isaías 60,1-2 sin disminuir la tensión. Los solistas femeninos continúan interpretando diversos dramáticos solos.
    El coro interrumpe empezando la recapitulación de la obra repitiendo el Salmo 48,2 del primer movimiento de la sinfonía de un modo más intenso y solemne. El canto de alabanza del Salmo 96,1 a 3, también como recapitulación del segundo tema del primer movimiento, donde los solistas repiten con insistencia la palabra annuntiate.
    Continúa una vez más repitiendo el coro solemnemente el primer tema con el salmo 48,2, intercalando un versículo del Salmo 48,15. La música se intensifica hacia su climax final, pasando por unas notas más sombrías antes de la triunfal cadencia final, con las palabras: será nuestra guía hasta el final de los tiempos

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