Novena a Santa Clara de Asís, sexto día.

EL AMOR A CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO
Seguir a Jesucristo no es un caminar sobre pétalos de rosas. Implica renuncias y penitencias. Implica, principalmente, sobrellevar por su amor las privaciones, y penas de la vida que nunca faltan y que constituyen nuestra cruz de cada día, como son los fracasos, las enfermedades, los disgustos, las incomprensiones, las calamidades, las inseguridades, las traiciones, las privaciones, las penurias, y, en fin, la misma muerte.
¡Qué admirable ejemplo para todos es la vida abnegada de santa Clara!¡Cuán de cerca siguió ella los pasos del maestro divino, Jesús! ¡Qué bien supo ella aprovechar las privaciones y penas de la vida, la enfermedad, la muerte inclusive, como fuente de purificación, de progreso espiritual y de méritos para la eternidad!
Aquellas religiosas habían renunciado a todo, habían dado sus bienes a los pobres y habían cargado alegremente con la cruz. No llevaban dinero, ni alforja, ni abrigo, ni cayado. Pero allí había una paz y una felicidad desbordantes y comunicativas. Ningún visitante distraído podía dejar de percibirlas. Allí todo es calma, todo es alegría, todo es recogimiento y paz. La felicidad se hace sensible. Era la mejor propaganda de su ideal, que, vivido con aquella ilusión, forzosamente tenía que suscitar seguidores. Así se explica el crecimiento prodigioso de conventos de las Damas Pobres, no sólo en Italia, sino también en Francia, España, Austria, Bohemia..

[@ClaudiaRodriguez-ti5fb]

Amada Santa Clara obtenía de Jesús que mi esposo consiga trabajo. Protección para mi familia. Poder construir nuestra casa. Pagar las deudas. Sanidad emocional por favor sáname señor