Viaje a Mexico dia 7

El día comenzó temprano en Aguacatán, un lugar rodeado de montañas y naturaleza exuberante. La bruma matutina apenas comenzaba a despejarse cuando emprendimos nuestro viaje. Mientras el sol ascendía, iluminaba los paisajes verdes y los ríos serpenteantes que atravesábamos. Cada kilómetro recorrido nos ofrecía una nueva vista que parecía sacada de una postal. Los colores vibrantes de las flores y los sonidos de la fauna local nos acompañaron durante todo el trayecto, haciendo que el viaje fuera una experiencia sensorial inigualable.
A medida que avanzábamos, nos detuvimos en pequeños pueblos y comunidades, cada uno con su propio encanto y hospitalidad. Las calles empedradas y las casas de colores vivos reflejaban la rica cultura y tradiciones del lugar. Conversamos con los lugareños, degustamos platos típicos y aprendimos sobre las costumbres locales. Estas paradas no solo nos permitieron descansar, sino también conectar con la esencia del lugar y sus habitantes.
Finalmente, llegamos a Sanarate al atardecer, cuando el cielo estaba pintado de tonos anaranjados y rosados. La pequeña ciudad nos recibió con su tranquilidad y calidez. Caminamos por sus calles, exploramos sus rincones y disfrutamos de una merecida cena en uno de sus acogedores restaurantes. El viaje desde Aguacatán hasta Sanarate fue más que un simple traslado; fue una travesía de descubrimiento y conexión con la belleza y cultura de Guatemala.