Diego Delgrossi: “La gente tiene una necesidad cada vez más grande de reírse”

Actor, humorista, dueño del don de hacer reír con inteligencia, profesor de historia, pero sobre todo jugado en cada desafío que la vida le pone por delante. Confiesa que aprendió sobre la marcha, “me hice tropero arriba del caballo” asegura hoy, cuando luego de presentarse a un casting fue elegido para entrar en uno de los programas de humor que marcaron una época. Ahí empezó a vivir de lo que sería su profesión. Se adapta a los cambios que el mundo impone, pero también señala, que para los uruguayos, en su mayoría, todo tiempo pasado fue mejor, prueba de ello es el gran movimiento de la noche de la nostalgia.
Nació y creció en el barrio de Goes. Lugar donde, así lo quiso el azar, convivían varios artistas que destacaron años más tarde. Laura Sánchez o la propia Graciela Rodríguez, de quien confiesa “de niño estaba enamorado de ella”.
Tuvo una infancia feliz, era de la pelota en la calle, tardes de vascolet, pan con manteca y bailes lluvia. Si bien, él mismo señala que era “chiquito y feíto” lo salvó siempre la labia.
Fue celestino de decenas de parejas y creció apasionado por la historia. Sin embargo, un día probó suerte en algo que latía fuerte dentro suyo, explicable solo por los que se hicieron camino en el mundo del espectáculo, la búsqueda del aplauso.
Un casting lo ingresó en Canal 12, donde entró en Plop, un programa que tenía el humor como eje central. Allí aprendió mucho, recuerda que a Mary Da Cuña como una gran referente y el haberse codeado con los destacados de una época.
Para él, hoy no se hace humor en televisión porque es muy costoso, pero también porque hubo un cambio de época donde hay cosas que ya no tendrían cabida. Lo defiende y señala que “el humor es un resultado cultural de la sociedad”.
Afirma que la gente está cada vez más necesitada de la risa y divide su tiempo entre “La Culpa es de Colón”, unipersonales y shows privados donde la gente lo llama para pasar gratos momentos de humor.
La profesión de historia nunca lo abandonó, es uno de sus fuertes y la segunda guerra mundial su pasión.
Dueño de más de 4.000 libros, de los que confiesa, más temprano que tarde le generarán el desalojo, analiza la enseñanza de hoy en día. Asegura que, si fuera ministro de Educación algún día, reduciría la carga horaria porque los jóvenes tienen que aprender en pocas horas y también vivir y disfrutar un tiempo que no volverá más.
Su trayectoria es extensa y hoy comparte de su vida y sus secretos en este RETRATO HABLADO, de Grupo Portada que lo tiene como protagonista.
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