Del artículo 'El suicidio de Belisa-Dido: variaciones sobre un motivo virgiliano en la obra no dramática de Lope de Vega' (Antonio Sánchez Jiménez, Université de Neuchâtel). El poema se caracteriza por el juego entre los octosílabos [coplas] y el estribillo, que divide el romance en cuatro episodios distintos. El inicial abre la acción in medias res describiendo primeramente la actitud de Belisa y, luego, su acción, afecto y palabras: De pechos sobre una torre que la mar combate y cerca, mirando las fuertes naves que se van a Ingalaterra, las aguas crece Belisa llorando lágrimas tiernas, diciendo con voces tristes al que se aparta y la deja: «Vete, crüel, que bien me queda en quien vengarme de tu agravio pueda. En el segundo episodio, la furia del mar compite con la ira de Belisa, en unos versos que desarrollan la información que ofreciera la primera aparición del estribillo. Este es el primer indicio de que estamos ante una historia de venganza amorosa cuyas víctimas serán las que detallan los versos que nos ocupan: »No quedo con solo el hierro de tu espada y de mi afrenta, que me queda en las entrañas retrato del mismo Eneas. »Y, aunque inocente, culpado, si los pecados se heredan, matareme por matarle y moriré porque muera. »Vete, crüel, que bien me queda en quien vengarme de tu agravio pueda Ya de lleno en el discurso de Belisa, que tan dramático hace al poema, cuya emotividad Lope imita, sobre todo, de las 'Heroidas', pues en el texto de Ovidio la propia Dido se califica de «desdichada» y acumula recursos patéticos como, por ejemplo, las interrogaciones retóricas. A nivel de contenido, el dramatismo del romance del Fénix se basa en un detalle ovidiano: la joven que está a punto de suicidarse está embarazada. En Ovidio, este estado de la protagonista era una sugerencia que servía para otorgarle mayor emoción a la escena. En su romance, Lope resulta mucho más directo que el poeta de Sulmona. La paronomasia (hierro/yerro) de los primeros versos sugiere ya a nivel formal que los sacrificados van a ser dos: Belisa y su hijo, el producto de su error (‘yerro’). Luego, la «afrenta» se concreta y encarna en el feto, con cuya mención el Fénix recoge de nueva la idea de Ovidio, enfatizando además la inocencia de esa víctima. Asimismo, Lope usa el vástago para mucho más que para elevar la emotividad: en «De pechos sobre una torre» el feto funciona ante todo para encarecer la furia vengativa de Belisa, que si está dispuesta a suicidarse es precisamente con el fin de eliminar al hijo de su amante. En este romance, el odio hacia el amante que se aleja incita a Belisa al infanticidio, objetivo para el que el suicidio se revela un mero medio. Conviene repasar brevemente los dos últimos episodios del romance [que no figuran en la transcripción ni en la grabación de la música]: El tercero muestra el grado de enajenamiento al que ha llegado Belisa, que cambia dos veces de opinión (una por cuarteta). La joven decide primero esperar a que nazca el bebé para matarlo entonces; luego elige, más bien, eliminarlo inmediatamente, por creer que, si no lo hace, su hijo la mataría al nacer, como se decía sucedía con los viboreznos, y ella no podría cumplir su misión (recordemos que su objetivo principal es eliminar al vástago del amante que la abandona): »Mas quiero mudar de intento y aguardar que salga fuera, por, si en algo te parece, matar a quien te parezca. »Mas no le quiero aguardar, que será víbora fiera que, rompiendo mis entrañas, saldrá dejándome muerta. »Vete, crüel, que bien me queda en quien vengarme de tu agravio pueda». Por último, el cuarto episodio vuelve a darle la palabra al narrador, que indica un cambio de situación. Este elemento externo (la Armada recibe la señal de levar anclas) provoca inmediatamente una conmoción interna que revela los verdaderos sentimientos de Belisa. Alcanzamos así el final de «un complicado proceso psicológico - ternura, crueldad, despecho-» que «ejemplifica bien la rapidez fulgurante con que Lope sabía adentrarse en el alma humana». En efecto, en los versos finales la joven despliega en rápida sucesión un conjunto de afectos que solo se traslucían en los episodios anteriores: Así se queja Belisa cuando la priesa se llega, hacen señal a las naves y todas alzan las velas: «¡Aguarda, aguarda» - le dice -, «fugitivo esposo, espera! Mas, ¡ay!, que en balde te llamo; ¡plega a Dios que nunca vuelvas! »Vete, crüel, que bien me queda en quien vengarme de tu agravio pueda». Este final arroja una luz original sobre todo el romance, que se distancia aquí de sus fuentes y muestra la interpretación personal de Lope. Con los versos de la conclusión aparece la posibilidad de que el discurso de Belisa haya sido poco más que un conjunto de hipérboles propias de una amante despechada, de una amante que, a diferencia de las Didos de Virgilio y Ovidio, probablemente jamás haya pensado seriamente en el suicidio. Es lo que podemos deducir de los vv. 35-36, que nos hacen ver que lo que pretende Belisa al mencionar su suicidio es conmover a su amado - otra cosa es que esta pretensión sea realista, ya que él no la oye-, pues solo cuando se da cuenta de que parte de veras (v. 37), le arroja una maldición (v. 38) y regresa, con la última aparición del estribillo, a la idea del infanticidio y del suicidio. El estribillo podría adquirir aquí un tono melancólico, si lo imaginamos en labios de una Belisa agotada por las diversas emociones que ha recorrido. En cualquier caso, incluso con el contraste que nos proporciona el cuarto episodio y la posibilidad que hemos evocado, el romance es altamente patético y no hay asomo alguno del sarcasmo que veremos [en otro poema como] «En una playa amena».
Del artículo 'El suicidio de Belisa-Dido: variaciones sobre un motivo virgiliano en la obra no dramática de Lope de Vega' (Antonio Sánchez Jiménez, Université de Neuchâtel).
El poema se caracteriza por el juego entre los octosílabos [coplas] y el estribillo, que divide el romance en cuatro episodios distintos. El inicial abre la acción in medias res describiendo primeramente la actitud de Belisa y, luego, su acción, afecto y palabras:
De pechos sobre una torre
que la mar combate y cerca,
mirando las fuertes naves
que se van a Ingalaterra,
las aguas crece Belisa
llorando lágrimas tiernas,
diciendo con voces tristes
al que se aparta y la deja:
«Vete, crüel, que bien me queda
en quien vengarme de tu agravio pueda.
En el segundo episodio, la furia del mar compite con la ira de Belisa, en unos versos que desarrollan la información que ofreciera la primera aparición del estribillo. Este es el primer indicio de que estamos ante una historia de venganza amorosa cuyas víctimas serán las que detallan los versos que nos ocupan:
»No quedo con solo el hierro
de tu espada y de mi afrenta,
que me queda en las entrañas
retrato del mismo Eneas.
»Y, aunque inocente, culpado,
si los pecados se heredan,
matareme por matarle
y moriré porque muera.
»Vete, crüel, que bien me queda
en quien vengarme de tu agravio pueda
Ya de lleno en el discurso de Belisa, que tan dramático hace al poema, cuya emotividad Lope imita, sobre todo, de las 'Heroidas', pues en el texto de Ovidio la propia Dido se califica de «desdichada» y acumula recursos patéticos como, por ejemplo, las interrogaciones retóricas. A nivel de contenido, el dramatismo del romance del Fénix se basa en un detalle ovidiano: la joven que está a punto de suicidarse está embarazada. En Ovidio, este estado de la protagonista era una sugerencia que servía para otorgarle mayor emoción a la escena.
En su romance, Lope resulta mucho más directo que el poeta de Sulmona. La paronomasia (hierro/yerro) de los primeros versos sugiere ya a nivel formal que los sacrificados van a ser dos: Belisa y su hijo, el producto de su error (‘yerro’). Luego, la «afrenta» se concreta y encarna en el feto, con cuya mención el Fénix recoge de nueva la idea de Ovidio, enfatizando además la inocencia de esa víctima. Asimismo, Lope usa el vástago para mucho más que para elevar la emotividad: en «De pechos sobre una torre» el feto funciona ante todo para encarecer la furia vengativa de Belisa, que si está dispuesta a suicidarse es precisamente con el fin de eliminar al hijo de su amante. En este romance, el odio hacia el amante que se aleja incita a Belisa al infanticidio, objetivo para el que el suicidio se revela un mero medio.
Conviene repasar brevemente los dos últimos episodios del romance [que no figuran en la transcripción ni en la grabación de la música]:
El tercero muestra el grado de enajenamiento al que ha llegado Belisa, que cambia dos veces de opinión (una por cuarteta). La joven decide primero esperar a que nazca el bebé para matarlo entonces; luego elige, más bien, eliminarlo inmediatamente, por creer que, si no lo hace, su hijo la mataría al nacer, como se decía sucedía con los viboreznos, y ella no podría cumplir su misión (recordemos que su objetivo principal es eliminar al vástago del amante que la abandona):
»Mas quiero mudar de intento
y aguardar que salga fuera,
por, si en algo te parece,
matar a quien te parezca.
»Mas no le quiero aguardar,
que será víbora fiera
que, rompiendo mis entrañas,
saldrá dejándome muerta.
»Vete, crüel, que bien me queda
en quien vengarme de tu agravio pueda».
Por último, el cuarto episodio vuelve a darle la palabra al narrador, que indica un cambio de situación. Este elemento externo (la Armada recibe la señal de levar anclas) provoca inmediatamente una conmoción interna que revela los verdaderos sentimientos de Belisa. Alcanzamos así el final de «un complicado proceso psicológico - ternura, crueldad, despecho-» que «ejemplifica bien la rapidez fulgurante con que Lope sabía adentrarse en el alma humana». En efecto, en los versos finales la joven despliega en rápida sucesión un conjunto de afectos que solo se traslucían en los episodios anteriores:
Así se queja Belisa
cuando la priesa se llega,
hacen señal a las naves
y todas alzan las velas:
«¡Aguarda, aguarda» - le dice -,
«fugitivo esposo, espera!
Mas, ¡ay!, que en balde te llamo;
¡plega a Dios que nunca vuelvas!
»Vete, crüel, que bien me queda
en quien vengarme de tu agravio pueda».
Este final arroja una luz original sobre todo el romance, que se distancia aquí de sus fuentes y muestra la interpretación personal de Lope. Con los versos de la conclusión aparece la posibilidad de que el discurso de Belisa haya sido poco más que un conjunto de hipérboles propias de una amante despechada, de una amante que, a diferencia de las Didos de Virgilio y Ovidio, probablemente jamás haya pensado seriamente en el suicidio. Es lo que podemos deducir de los vv. 35-36, que nos hacen ver que lo que pretende Belisa al mencionar su suicidio es conmover a su amado - otra cosa es que esta pretensión sea realista, ya que él no la oye-, pues solo cuando se da cuenta de que parte de veras (v. 37), le arroja una maldición (v. 38) y regresa, con la última aparición del estribillo, a la idea del infanticidio y del suicidio. El estribillo podría adquirir aquí un tono melancólico, si lo imaginamos en labios de una Belisa agotada por las diversas emociones que ha recorrido. En cualquier caso, incluso con el contraste que nos proporciona el cuarto episodio y la posibilidad que hemos evocado, el romance es altamente patético y no hay asomo alguno del sarcasmo que veremos [en otro poema como] «En una playa amena».
La tristeza y sus profundidades
Conmovedor como pocos; y conmovedora la voz de Montserrat Figueras.
Es una lástima que ya no esté entre nosotros...
Sería posible adquirir esta versión de partitura? (Canto y bajo cifrado)
Escríbeme a:
nachntmg
@
gmail
.
com
(Lo separo para que YT no detecte que es una dirección y me borre el comentario, junta cada parte)