Por su gracia, ella llegó a ser participante de la naturaleza divina. Aquella que había caído, y cuya mente había sido habitación de demonios, fue puesta en estrecho compañerismo y ministerio con el Salvador. Fue María la que se sentaba a sus pies y aprendía de él. Fue María la que derramó sobre su cabeza el precioso ungüento, y bañó sus pies con sus lágrimas. María estuvo junto a la cruz y le siguió hasta el sepulcro. María fue la primera en ir a la tumba después de su resurrección. Fue María la primera que proclamó al Salvador resucitado (El Deseado de todas las gentes, p. 521).
María había sido considerada como una gran pecadora, pero Cristo conocía las circunstancias que habían formado su vida. Él hubiera podido extinguir toda chispa de esperanza en su alma, pero no lo hizo. Era él quien la había librado de la desesperación y la ruina.Fue María la que se sentaba a sus pies y aprendía de él. Fue María la que derramó sobre su cabeza el precioso ungüento, y bañó sus pies con sus lágrimas.
Por su gracia, ella llegó a ser participante de la naturaleza divina. Aquella que había caído, y cuya mente había sido habitación de demonios, fue puesta en estrecho compañerismo y ministerio con el Salvador. Fue María la que se sentaba a sus pies y aprendía de él. Fue María la que derramó sobre su cabeza el precioso ungüento, y bañó sus pies con sus lágrimas. María estuvo junto a la cruz y le siguió hasta el sepulcro. María fue la primera en ir a la tumba después de su resurrección. Fue María la primera que proclamó al Salvador resucitado (El Deseado de todas las gentes, p. 521).
El señor venció al enemigo allá en la cruz y al resucitar Gloria a Dios
Santo Santo Santo y mil veces Santo... su MISERICORDIA no tiene límite🙇♂️🙌🏼
María había sido considerada como una gran pecadora, pero Cristo conocía las circunstancias que habían formado su vida. Él hubiera podido extinguir toda chispa de esperanza en su alma, pero no lo hizo. Era él quien la había librado de la desesperación y la ruina.Fue María la que se sentaba a sus pies y aprendía de él. Fue María la que derramó sobre su cabeza el precioso ungüento, y bañó sus pies con sus lágrimas.