LECCIÓN 290 Lo único que veo es mi actual felicidad.
Comentario de Sarah:
La felicidad es nuestro estado natural dado en nuestra herencia y siempre disponible sin importar lo que parezca estar sucediendo. Es lo que nos ha dado Dios y, por lo tanto, refleja nuestra verdadera Identidad como Su Hijo. Entonces, si este es el caso, ¿por qué no experimentamos paz y felicidad todo el tiempo? Según esta lección, es porque la bloqueamos al ver lo que no se encuentra ahí. “A menos que contemple lo que no está ahí, lo único que veo es mi actual felicidad.” (L.290.1) ¡Lo que hacemos es alucinar! ¡No somos diferentes de una persona que no está cuerda! Estamos proyectando los pensamientos en la mente y viéndolos fuera de nosotros mismos y creyendo en su realidad. Estos pensamientos pueden parecer aterradores y dolorosos. Sin embargo, todos se originan en nuestra propia mente. Es una imagen externa de nuestra condición interna.
Nuestras percepciones se basan en asociaciones pasadas. Mantenemos un sistema de pensamiento en la mente basado en la culpa del pasado y ahora vivimos con miedo al castigo por lo que creemos que hemos hecho. Así, no experimentamos el presente eterno, que es donde está la felicidad. Con el Espíritu Santo el pasado y el futuro no existen. Para llegar a este lugar, debemos traer nuestros pensamientos y creencias de mentalidad errónea a la conciencia y recibir Su interpretación para sustituir la nuestra. Esto significa que debemos renunciar a nuestras propias ideas. Cuando la mente es llevada a la cordura, vemos con la visión de Cristo en lugar de creer lo que nuestros ojos nos muestran. Los ojos fueron hechos por el ego para traer evidencia que refuerza nuestra creencia en la realidad de este mundo. Hicimos este sueño, pero podemos decidir no dejarnos engañar por él “un solo instante más” (L.290.1.5).
“Lo que percibo a través de mi propia vista sin la Corrección que Dios me dio para ella, es atemorizante y doloroso de contemplar.” (L.290.1.4) Vemos un mundo que es espantoso y doloroso cuando lo vemos desde la perspectiva del ego. Es un mundo de sufrimiento, dolor, enfermedad y muerte. Está formado por todos los pensamientos que "pensamos que pensamos" reflejados de vuelta a nosotros. Son nuestros sueños, nuestras fantasías, nuestros juicios, nuestros deseos, nuestras preocupaciones y nuestras historias y dramas individuales. Para liberarnos de esta pesadilla de desesperación y depresión, basada en las historias que nos contamos a nosotros mismos, primero debemos reconocer que no somos profundamente felices ni estamos constantemente en paz. Cuando reconocemos el dolor en nuestras vidas, estamos dispuestos a buscar otra manera. Empezamos a cuestionar nuestra vida y a preguntarnos qué ha pasado y dónde nos hemos desviado.
Con disposición, voluntad y deseo, todo lo que creemos saber puede ser traducido por el Espíritu Santo y visto de manera diferente. Lo que antes veíamos como doloroso y angustioso, ahora puede verse como amor o como una llamada al amor. Ya no limitamos nuestra percepción basándonos en nuestros pensamientos de mentalidad errónea. En otras palabras, perdemos interés en lo que el ego tiene que decir. Simplemente dejamos de escuchar su opinión sobre todo. Dejamos de justificar su versión de los hechos. En su lugar, nos volvemos hacia el Espíritu Santo y, en el silencio, nos conectamos con la verdad. En lugar de ver a los demás como pecadores por sus aparentes ataques, ahora podemos ver en ellos la llamada al amor, que es nuestra propia llamada. “Éste es el día en que voy en pos de mi actual felicidad y en el que no he de contemplar nada que no sea lo que busco.” (L.290.1.6) Pasamos por alto lo que alguien dice o hace y reconocemos su inocencia y, por tanto, la nuestra.
No podemos hacer esto solos. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo, la Propia Corrección de Dios. Nuestra parte es venir a Él con la voluntad de pedir Su fortaleza y guía y tener la confianza de que Él escuchará y responderá a nuestras peticiones. Esto significa que debemos permanecer vigilantes de nuestros pensamientos y notar cuando empezamos a repasar asuntos pasados o dilemas y planes futuros que es lo que nos mantiene en el infierno. “Aprende lo que es Su felicidad, la cual es también la tuya. Mas para alcanzar esto tienes primero que estar dispuesto a llevar todas las lecciones tenebrosas que has aprendido ante la verdad, y depositarlas de buen grado con manos que estén abiertas listas para recibir, y no cerradas para agarrar. Toda lección tenebrosa que lleves ante Aquel que enseña lo que es la luz, Él la aceptará, puesto que tú ya no la deseas.” (T.14.XI.4.5-7) (ACIM OE T.14.VII.62)
Hace algún tiempo, recibí una llamada de la enfermera de la residencia de ancianos en la que me decía que mi madre, que había cumplido 102 años, tenía muchos dolores y que era imprescindible que consiguiera cierto tipo de medicamento para aliviar el dolor. Cuando llamé al consultorio del médico, me dijeron que era imposible que lo viera. Como no quiso hablar conmigo, le pedí a su asistente que le transmitiera la urgencia de mi petición. Ella hizo lo que le pedí, pero luego me indicó que el médico seguía negando el acceso. Mi mente se dirigió inmediatamente a otras formas de resolver el problema. Entonces recordé que el ego nunca puede resolver ningún problema sin crear otro. Pasé un tiempo en la tranquilidad de mi mente, liberando mi resentimiento con el médico. Continué con algunas actividades diarias en paz, y cuando sentí la guía para volver a comprobar a mi madre, me enteré de que había dado un giro y el dolor había disminuido. Fue otra oportunidad para reconocer que reaccionar a los problemas percibidos, sin conectar primero con la paz y recibir la guía del Espíritu Santo, significa que estoy confiando en información limitada.
Hoy se nos recuerda que nuestro objetivo es ver a todos a través de la visión de Cristo. Este tipo de visión requiere que asumamos la responsabilidad de nuestras proyecciones y dejemos nuestros juicios en manos del Espíritu Santo. Es importante que no suprimamos nuestras sombras, sino que nos apropiemos de ellas. Pueden ser partes del autoconcepto que más tememos aceptar, pero estos pensamientos y sentimientos reprimidos sobre nosotros mismos necesitan ser enfrentados. Miramos hacia dentro y nos perdonamos por nuestros juicios y ataques a nosotros mismos y a los demás y los dejamos ir.
Lo que no poseemos, nos posee. Como dijo Jung, necesitamos hacer consciente la oscuridad, lo que significa mirar todo lo que pretendemos no ser y todo lo que nos produce vergüenza y pudor. Lo que odiamos, resistimos y repudiamos de nosotros mismos adquiere vida propia. Mientras estos sentimientos y pensamientos intentan emerger, a menudo tratamos de reprimirlos, creyendo que tenemos que estar a la altura de algún tipo de rol espiritual, en lugar de ser auténticos y transparentes. La sanación requiere que asumamos la responsabilidad de todas las partes de nosotros mismos sin culparnos ni autocondenarnos. Sólo entonces podremos conocer la felicidad. No necesitamos buscarla porque siempre está ahí, oscurecida por nuestros propios pensamientos. El trabajo práctico que hacemos es ser constantemente conscientes de los pensamientos que oscurecen la verdad sobre nosotros.
Cuando ya no vemos a través del pasado, todo lo que vemos es nuestra felicidad presente. Con decisión y certeza, acudimos a Él y Le pedimos que nos sostenga con Su fortaleza. Cuando confiamos en nuestra propia fortaleza, seguimos siendo inciertos, confusos e infelices. Como leemos en “¿Qué es el Espíritu Santo?” (L.PII.P7) Él es nuestro puente hacia la felicidad. Él es la Llamada en la mente para permitir que el Cielo sea restaurado en nosotros. Cuando la mente es restaurada, nos damos cuenta de que el pasado ya no existe. El mundo que vemos ha sido sustituido por el mundo real, que es nuestro estado actual, libre de pecado y culpa. Es el final de nuestro viaje, donde hemos perdonado al mundo. El mundo real acaba con el miedo a la muerte porque vemos que la vida es todo lo que hay o ha habido.
A un amigo, al que siempre he admirado por su dedicación al Curso y que podía citarlo de forma tan impecable, le diagnosticaron recientemente un cáncer en fase 4. Le preguntó al Espíritu Santo a qué se debía esto. ¿Por qué estaba experimentando esta enfermedad? Y por primera vez en sus muchos años de estudio del Curso, escuchó: "Estás perfectamente cuidado". A pesar de los años de estudio, fue la primera vez que sintió profundamente la verdad del Amor de Dios que siempre había estado ahí. Reconoció que la vida no tenía que ver con el cuerpo, sino con elegir la experiencia de la verdad eterna de nuestro Ser. Para estos momentos de "ajá", en los que la verdad se asoma a la mente, es para lo que sirven todos estos estudios y lecturas.
Es el momento de aplicar lo que estamos aprendiendo y alejarnos de la comprensión intelectual y los conceptos para vivir esta verdad. Cuando vemos ataque, dolor, sufrimiento y especialismo, no podemos saber que en todo momento estamos perfectamente atendidos. Por lo tanto, no podemos saber que nuestra felicidad está siempre disponible y que siempre ha estado ahí. Pero podemos resolver acudir a Dios para que nos ayude y pedirle Su fortaleza para sostenernos. “Con esta resolución vengo a Ti, y te pido que me prestes tu fortaleza, mientras procuro únicamente hacer Tu Voluntad. No puedes dejar de oírme, Padre. Pues lo que pido ya me lo has dado. Y estoy seguro de que hoy veré mi felicidad.” (L.290.2.1-4) Amor y bendiciones, Sarah huemmert@shaw.ca
Hoy cerramos este grandioso ciclo donde Espíritu Santo fue la inspiración. Me permití abrir la mente para que sea mi Guía. Sé que es un proceso y deseo aprender el perdón de Dios siguiendo Sus instrucciones. Nuevamente las reflexiones de Sarah una joya para comprender mejor el curso. Bendiciones 💙🙏
No sabes cuánto me alegra que sirvan de apoyo para profundizar en lo que busca el Curso. Gracias por tu dedicación y compromiso profundo con Tu Paz. 🙏🏻🕊🙏🏻
📘 *LECCIÓN 290* *Lo único que veo es mi actual felicidad.* 1. A menos que contemple lo que no está ahí, lo único que veré es mi actual felicidad. 2Los ojos que comienzan a abrirse por fin pueden ver. 3Y deseo que la visión de Cristo descienda sobre mí hoy mismo. 4Pues lo que percibo a través de mi propia vista sin la Corrección que Dios me dio para ella, es atemorizante y doloroso de contemplar. 5Mas no voy a permitir que mi mente se siga engañando un solo instante más, creyendo que el sueño que inventé es real. 6Éste es el día en que voy en pos de mi actual felicidad y en el que no he de contemplar nada que no sea lo que busco. 2. _Con esta resolución vengo a Ti, pidiéndote que me prestes Tu Fortaleza hoy, mientras procuro únicamente hacer Tu Voluntad. 2No puedes dejar de oírme, Padre, 3pues lo que pido ya me lo has dado. 4Y estoy seguro de que hoy veré mi felicidad._ ✨
LECCIÓN 290
Lo único que veo es mi actual felicidad.
Comentario de Sarah:
La felicidad es nuestro estado natural dado en nuestra herencia y siempre disponible sin importar lo que parezca estar sucediendo. Es lo que nos ha dado Dios y, por lo tanto, refleja nuestra verdadera Identidad como Su Hijo. Entonces, si este es el caso, ¿por qué no experimentamos paz y felicidad todo el tiempo? Según esta lección, es porque la bloqueamos al ver lo que no se encuentra ahí. “A menos que contemple lo que no está ahí, lo único que veo es mi actual felicidad.” (L.290.1) ¡Lo que hacemos es alucinar! ¡No somos diferentes de una persona que no está cuerda! Estamos proyectando los pensamientos en la mente y viéndolos fuera de nosotros mismos y creyendo en su realidad. Estos pensamientos pueden parecer aterradores y dolorosos. Sin embargo, todos se originan en nuestra propia mente. Es una imagen externa de nuestra condición interna.
Nuestras percepciones se basan en asociaciones pasadas. Mantenemos un sistema de pensamiento en la mente basado en la culpa del pasado y ahora vivimos con miedo al castigo por lo que creemos que hemos hecho. Así, no experimentamos el presente eterno, que es donde está la felicidad. Con el Espíritu Santo el pasado y el futuro no existen. Para llegar a este lugar, debemos traer nuestros pensamientos y creencias de mentalidad errónea a la conciencia y recibir Su interpretación para sustituir la nuestra. Esto significa que debemos renunciar a nuestras propias ideas. Cuando la mente es llevada a la cordura, vemos con la visión de Cristo en lugar de creer lo que nuestros ojos nos muestran. Los ojos fueron hechos por el ego para traer evidencia que refuerza nuestra creencia en la realidad de este mundo. Hicimos este sueño, pero podemos decidir no dejarnos engañar por él “un solo instante más” (L.290.1.5).
“Lo que percibo a través de mi propia vista sin la Corrección que Dios me dio para ella, es atemorizante y doloroso de contemplar.” (L.290.1.4) Vemos un mundo que es espantoso y doloroso cuando lo vemos desde la perspectiva del ego. Es un mundo de sufrimiento, dolor, enfermedad y muerte. Está formado por todos los pensamientos que "pensamos que pensamos" reflejados de vuelta a nosotros. Son nuestros sueños, nuestras fantasías, nuestros juicios, nuestros deseos, nuestras preocupaciones y nuestras historias y dramas individuales. Para liberarnos de esta pesadilla de desesperación y depresión, basada en las historias que nos contamos a nosotros mismos, primero debemos reconocer que no somos profundamente felices ni estamos constantemente en paz. Cuando reconocemos el dolor en nuestras vidas, estamos dispuestos a buscar otra manera. Empezamos a cuestionar nuestra vida y a preguntarnos qué ha pasado y dónde nos hemos desviado.
Con disposición, voluntad y deseo, todo lo que creemos saber puede ser traducido por el Espíritu Santo y visto de manera diferente. Lo que antes veíamos como doloroso y angustioso, ahora puede verse como amor o como una llamada al amor. Ya no limitamos nuestra percepción basándonos en nuestros pensamientos de mentalidad errónea. En otras palabras, perdemos interés en lo que el ego tiene que decir. Simplemente dejamos de escuchar su opinión sobre todo. Dejamos de justificar su versión de los hechos. En su lugar, nos volvemos hacia el Espíritu Santo y, en el silencio, nos conectamos con la verdad. En lugar de ver a los demás como pecadores por sus aparentes ataques, ahora podemos ver en ellos la llamada al amor, que es nuestra propia llamada. “Éste es el día en que voy en pos de mi actual felicidad y en el que no he de contemplar nada que no sea lo que busco.” (L.290.1.6) Pasamos por alto lo que alguien dice o hace y reconocemos su inocencia y, por tanto, la nuestra.
No podemos hacer esto solos. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo, la Propia Corrección de Dios. Nuestra parte es venir a Él con la voluntad de pedir Su fortaleza y guía y tener la confianza de que Él escuchará y responderá a nuestras peticiones. Esto significa que debemos permanecer vigilantes de nuestros pensamientos y notar cuando empezamos a repasar asuntos pasados o dilemas y planes futuros que es lo que nos mantiene en el infierno. “Aprende lo que es Su felicidad, la cual es también la tuya. Mas para alcanzar esto tienes primero que estar dispuesto a llevar todas las lecciones tenebrosas que has aprendido ante la verdad, y depositarlas de buen grado con manos que estén abiertas listas para recibir, y no cerradas para agarrar. Toda lección tenebrosa que lleves ante Aquel que enseña lo que es la luz, Él la aceptará, puesto que tú ya no la deseas.” (T.14.XI.4.5-7) (ACIM OE T.14.VII.62)
Hace algún tiempo, recibí una llamada de la enfermera de la residencia de ancianos en la que me decía que mi madre, que había cumplido 102 años, tenía muchos dolores y que era imprescindible que consiguiera cierto tipo de medicamento para aliviar el dolor. Cuando llamé al consultorio del médico, me dijeron que era imposible que lo viera. Como no quiso hablar conmigo, le pedí a su asistente que le transmitiera la urgencia de mi petición. Ella hizo lo que le pedí, pero luego me indicó que el médico seguía negando el acceso. Mi mente se dirigió inmediatamente a otras formas de resolver el problema. Entonces recordé que el ego nunca puede resolver ningún problema sin crear otro. Pasé un tiempo en la tranquilidad de mi mente, liberando mi resentimiento con el médico. Continué con algunas actividades diarias en paz, y cuando sentí la guía para volver a comprobar a mi madre, me enteré de que había dado un giro y el dolor había disminuido. Fue otra oportunidad para reconocer que reaccionar a los problemas percibidos, sin conectar primero con la paz y recibir la guía del Espíritu Santo, significa que estoy confiando en información limitada.
Hoy se nos recuerda que nuestro objetivo es ver a todos a través de la visión de Cristo. Este tipo de visión requiere que asumamos la responsabilidad de nuestras proyecciones y dejemos nuestros juicios en manos del Espíritu Santo. Es importante que no suprimamos nuestras sombras, sino que nos apropiemos de ellas. Pueden ser partes del autoconcepto que más tememos aceptar, pero estos pensamientos y sentimientos reprimidos sobre nosotros mismos necesitan ser enfrentados. Miramos hacia dentro y nos perdonamos por nuestros juicios y ataques a nosotros mismos y a los demás y los dejamos ir.
Lo que no poseemos, nos posee. Como dijo Jung, necesitamos hacer consciente la oscuridad, lo que significa mirar todo lo que pretendemos no ser y todo lo que nos produce vergüenza y pudor. Lo que odiamos, resistimos y repudiamos de nosotros mismos adquiere vida propia. Mientras estos sentimientos y pensamientos intentan emerger, a menudo tratamos de reprimirlos, creyendo que tenemos que estar a la altura de algún tipo de rol espiritual, en lugar de ser auténticos y transparentes. La sanación requiere que asumamos la responsabilidad de todas las partes de nosotros mismos sin culparnos ni autocondenarnos. Sólo entonces podremos conocer la felicidad. No necesitamos buscarla porque siempre está ahí, oscurecida por nuestros propios pensamientos. El trabajo práctico que hacemos es ser constantemente conscientes de los pensamientos que oscurecen la verdad sobre nosotros.
Cuando ya no vemos a través del pasado, todo lo que vemos es nuestra felicidad presente. Con decisión y certeza, acudimos a Él y Le pedimos que nos sostenga con Su fortaleza. Cuando confiamos en nuestra propia fortaleza, seguimos siendo inciertos, confusos e infelices. Como leemos en “¿Qué es el Espíritu Santo?” (L.PII.P7) Él es nuestro puente hacia la felicidad. Él es la Llamada en la mente para permitir que el Cielo sea restaurado en nosotros. Cuando la mente es restaurada, nos damos cuenta de que el pasado ya no existe. El mundo que vemos ha sido sustituido por el mundo real, que es nuestro estado actual, libre de pecado y culpa. Es el final de nuestro viaje, donde hemos perdonado al mundo. El mundo real acaba con el miedo a la muerte porque vemos que la vida es todo lo que hay o ha habido.
A un amigo, al que siempre he admirado por su dedicación al Curso y que podía citarlo de forma tan impecable, le diagnosticaron recientemente un cáncer en fase 4. Le preguntó al Espíritu Santo a qué se debía esto. ¿Por qué estaba experimentando esta enfermedad? Y por primera vez en sus muchos años de estudio del Curso, escuchó: "Estás perfectamente cuidado". A pesar de los años de estudio, fue la primera vez que sintió profundamente la verdad del Amor de Dios que siempre había estado ahí. Reconoció que la vida no tenía que ver con el cuerpo, sino con elegir la experiencia de la verdad eterna de nuestro Ser. Para estos momentos de "ajá", en los que la verdad se asoma a la mente, es para lo que sirven todos estos estudios y lecturas.
Es el momento de aplicar lo que estamos aprendiendo y alejarnos de la comprensión intelectual y los conceptos para vivir esta verdad. Cuando vemos ataque, dolor, sufrimiento y especialismo, no podemos saber que en todo momento estamos perfectamente atendidos. Por lo tanto, no podemos saber que nuestra felicidad está siempre disponible y que siempre ha estado ahí. Pero podemos resolver acudir a Dios para que nos ayude y pedirle Su fortaleza para sostenernos. “Con esta resolución vengo a Ti, y te pido que me prestes tu fortaleza, mientras procuro únicamente hacer Tu Voluntad. No puedes dejar de oírme, Padre. Pues lo que pido ya me lo has dado. Y estoy seguro de que hoy veré mi felicidad.” (L.290.2.1-4)
Amor y bendiciones, Sarah
huemmert@shaw.ca
Gracias! Gracias! Gracias! 🙏❤️❤️❤️
Gracias, gracias, gracias. Bendiciones! 💖🫂🙏
Gracias ✨
Muchas gracias ❤
Gracias💖
Amor y bendiciones✨
Gracias a ti por tu amorosa contribución diaria a este espacio! Mi agradecimiento to infinito Ana. Bendiciones. 🙏🏻🕊🕊
Graciassss ❤
estamos perfectamente cuidados ❤
Así es. Perfectamente cuidados y atendidos SIEMPRE. 🙏🏻🕊
Hoy cerramos este grandioso ciclo donde Espíritu Santo fue la inspiración. Me permití abrir la mente para que sea mi Guía. Sé que es un proceso y deseo aprender el perdón de Dios siguiendo Sus instrucciones. Nuevamente las reflexiones de Sarah una joya para comprender mejor el curso. Bendiciones 💙🙏
No sabes cuánto me alegra que sirvan de apoyo para profundizar en lo que busca el Curso. Gracias por tu dedicación y compromiso profundo con Tu Paz. 🙏🏻🕊🙏🏻
Gracias mil. Hace unos años que conocí UCDM y lo seguí fielmente. Ahora me nutro de nuevo gacias a tus vídeos. Me lo han renovado y reforzado👍👍
Gracias Marisa. Vamos en unión en este camino. Gracias por ser una alumna feliz! 🙏🏻🕊🤗
📘 *LECCIÓN 290*
*Lo único que veo es mi actual felicidad.*
1. A menos que contemple lo que no está ahí, lo único que veré es mi actual felicidad. 2Los ojos que comienzan a abrirse por fin pueden ver. 3Y deseo que la visión de Cristo descienda sobre mí hoy mismo. 4Pues lo que percibo a través de mi propia vista sin la Corrección que Dios me dio para ella, es atemorizante y doloroso de contemplar. 5Mas no voy a permitir que mi mente se siga engañando un solo instante más, creyendo que el sueño que inventé es real. 6Éste es el día en que voy en pos de mi actual felicidad y en el que no he de contemplar nada que no sea lo que busco.
2. _Con esta resolución vengo a Ti, pidiéndote que me prestes Tu Fortaleza hoy, mientras procuro únicamente hacer Tu Voluntad. 2No puedes dejar de oírme, Padre, 3pues lo que pido ya me lo has dado. 4Y estoy seguro de que hoy veré mi felicidad._
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