SAN AGUSTÍN CONTRA EL CREADOR: El Creador dijo: “Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gén. 2:17). Pero Satanás respondió: “No moriréis” (gén. 3:4). Como en ese día, Adán y Eva aceptaron arrepentidos la salvación del Creador Jesucristo (Gén. 3:15; Juan 1:1-3,14), se libraron de la muerte segunda, la de condenación (Apoc. 20:6). Y para que en el juicio puedan estar conscientes, para defenderse, los malos serán resucitados (Juan 5:28). Pero desde ese día, en Adán y Eva se inició el proceso de entropía que lleva a la muerte primera. Porque Dios dijo: “El alma (‘nefesh’) que pecare, esa morirá” (Eze. 18:4,20). Ya vemos que no sólo muere el cuerpo, sino también el “alma”; la parte consciente. Por eso Jesús compara la muerte al que “duerme” (Juan 11:11-14), pues no sabe nada hasta que despierte: “Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido (no pueden defenderse y para su “paga” necesitan ser resucitados). También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya” (Ecle. 9:5,6,10). En Génesis 2:7 nos dice que Dios formó nuestro cuerpo de la tierra y le sopló “aliento (“neshamá”) de vida, y llegó a ser “nefesh jayyah”, es decir: “alma de esa vida” (no está en gerundio). Por lo tanto, ya vemos que no existe el “alma” si no hay un cuerpo cerebral con vida; no hay pensamientos sin un cerebro en acción. Esto dice la Biblia y lo confirma la ciencia. Por eso, si en un accidente se pierde una parte del cerebro, y desde entonces la persona pierde una parte de la memoria, no es porque el alma está distraída o se fue a pasear, sino porque la parte que murió no posee más esa grabación consciente. Y si muere todo el ser, no sabrá más nada como dice Eclesiastés 9:5,6,10. En Salmos 146:1-4 se confirme esto: “Alaba, oh alma mía, a Jehova… pues sale su aliento (de vida) y vuelve a la tierra (el cuerpo). En ese mismo día perecen sus pensamientos” (alma). Si se destruye todo el cerebro, nada de memoria ni de consciencia quedará, hasta la resurrección para vida o para condenación (Juan 5:28. Esto ocurrirá con 1000 años de diferencia entre unos y otros: Apoc. 20:5,6). A pesar de lo que vimos de la Biblia, muchos se aferran a esta leyenda egipcia de Bar Mayan modificada por los judíos (Luc. 16:19-30; Cf. Jacob Neusner, The Jerusalem Talmud: A Translation and Commentary (Peabody,: Hendrickson, 2008), j Ḥagiga 77d (2:2), y que Jesús usó con otra finalidad (16:31): Un rico malo y un mendigo bueno murieron. El primero fue a sufrir el infierno en el centro de la tierra y el segundo al cielo. Y el rico grita entre las llamas, pidiendo a Abrahán que mande al mendigo con el dedo mojado, para calmarlo. Lógicamente no puede ser un hecho real, porque (1°) si se oye el pedido desde el cielo, más lo escucharíamos los que vivimos en la tierra. (2°) Abrahán todavía no está en el cielo, ni los héroes de la fe (Heb. 11:8, 13-16). Tampoco el rey David “porque David no subió a los cielos” (Hech. 2:34). Simplemente “se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos” (2 Tim. 2:18). Ya vimos, que, para el juicio, es necesario estar con el cuerpo vivo o resucitado. No hay juicio sin el cuerpo, para que las neuronas funcionen (Juan 5:28), y tampoco para ascender al cielo (1 Tes. 4:16-18), pues Cristo “transformará el CUERPO de la humillación nuestra, para que sea semejante, al CUERPO de la gloria suya” (Fil. 3:21). Todo esto es así, porque ya vimos en Génesis 2:7, que no puede haber alma viva sin un cuerpo con vida (Gén. 2:7). Todo esto se ha tornado confuso, por causa de los creyentes griegos influenciados con el platonismo; y hoy ya está generalizado por desconocer la Biblia. Pero sólo basta preguntarse: ¿Para qué vino Cristo a ofrecernos la vida eterna (Juan 3:16), si ya la tendríamos por ser almas inmortales? Lo que tenemos inmortal es el “aliento de vida” prestado por el Eterno, y que en la muerte vuelve a él (“ruaj”, sinónimo de “neshamah”: Ecle. 12:7, pues en la Biblia todo lo que no se ve se le llama “espíritu”: Aliento, Espíritu Santo, santidad, ángeles, aire, etc.).
Es pura filosofía profunda
SAN AGUSTÍN CONTRA EL CREADOR:
El Creador dijo: “Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gén. 2:17). Pero Satanás respondió: “No moriréis” (gén. 3:4). Como en ese día, Adán y Eva aceptaron arrepentidos la salvación del Creador Jesucristo (Gén. 3:15; Juan 1:1-3,14), se libraron de la muerte segunda, la de condenación (Apoc. 20:6). Y para que en el juicio puedan estar conscientes, para defenderse, los malos serán resucitados (Juan 5:28). Pero desde ese día, en Adán y Eva se inició el proceso de entropía que lleva a la muerte primera. Porque Dios dijo: “El alma (‘nefesh’) que pecare, esa morirá” (Eze. 18:4,20). Ya vemos que no sólo muere el cuerpo, sino también el “alma”; la parte consciente. Por eso Jesús compara la muerte al que “duerme” (Juan 11:11-14), pues no sabe nada hasta que despierte:
“Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido (no pueden defenderse y para su “paga” necesitan ser resucitados). También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya” (Ecle. 9:5,6,10).
En Génesis 2:7 nos dice que Dios formó nuestro cuerpo de la tierra y le sopló “aliento (“neshamá”) de vida, y llegó a ser “nefesh jayyah”, es decir: “alma de esa vida” (no está en gerundio). Por lo tanto, ya vemos que no existe el “alma” si no hay un cuerpo cerebral con vida; no hay pensamientos sin un cerebro en acción. Esto dice la Biblia y lo confirma la ciencia. Por eso, si en un accidente se pierde una parte del cerebro, y desde entonces la persona pierde una parte de la memoria, no es porque el alma está distraída o se fue a pasear, sino porque la parte que murió no posee más esa grabación consciente. Y si muere todo el ser, no sabrá más nada como dice Eclesiastés 9:5,6,10. En Salmos 146:1-4 se confirme esto: “Alaba, oh alma mía, a Jehova… pues sale su aliento (de vida) y vuelve a la tierra (el cuerpo). En ese mismo día perecen sus pensamientos” (alma). Si se destruye todo el cerebro, nada de memoria ni de consciencia quedará, hasta la resurrección para vida o para condenación (Juan 5:28. Esto ocurrirá con 1000 años de diferencia entre unos y otros: Apoc. 20:5,6).
A pesar de lo que vimos de la Biblia, muchos se aferran a esta leyenda egipcia de Bar Mayan modificada por los judíos (Luc. 16:19-30; Cf. Jacob Neusner, The Jerusalem Talmud: A Translation and Commentary (Peabody,: Hendrickson, 2008), j Ḥagiga 77d (2:2), y que Jesús usó con otra finalidad (16:31): Un rico malo y un mendigo bueno murieron. El primero fue a sufrir el infierno en el centro de la tierra y el segundo al cielo. Y el rico grita entre las llamas, pidiendo a Abrahán que mande al mendigo con el dedo mojado, para calmarlo.
Lógicamente no puede ser un hecho real, porque (1°) si se oye el pedido desde el cielo, más lo escucharíamos los que vivimos en la tierra. (2°) Abrahán todavía no está en el cielo, ni los héroes de la fe (Heb. 11:8, 13-16). Tampoco el rey David “porque David no subió a los cielos” (Hech. 2:34). Simplemente “se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos” (2 Tim. 2:18).
Ya vimos, que, para el juicio, es necesario estar con el cuerpo vivo o resucitado. No hay juicio sin el cuerpo, para que las neuronas funcionen (Juan 5:28), y tampoco para ascender al cielo (1 Tes. 4:16-18), pues Cristo “transformará el CUERPO de la humillación nuestra, para que sea semejante, al CUERPO de la gloria suya” (Fil. 3:21). Todo esto es así, porque ya vimos en Génesis 2:7, que no puede haber alma viva sin un cuerpo con vida (Gén. 2:7). Todo esto se ha tornado confuso, por causa de los creyentes griegos influenciados con el platonismo; y hoy ya está generalizado por desconocer la Biblia.
Pero sólo basta preguntarse: ¿Para qué vino Cristo a ofrecernos la vida eterna (Juan 3:16), si ya la tendríamos por ser almas inmortales? Lo que tenemos inmortal es el “aliento de vida” prestado por el Eterno, y que en la muerte vuelve a él (“ruaj”, sinónimo de “neshamah”: Ecle. 12:7, pues en la Biblia todo lo que no se ve se le llama “espíritu”: Aliento, Espíritu Santo, santidad, ángeles, aire, etc.).
Que aburrida explicación supongo vivís en miedo
@@javietrodriguez492 Y este aburrimiento seguirá si no respondes, en lugar de desacreditar lo que no te agrada.
@@javietrodriguez492 ¿Por qué "en miedo"?
Gracias!!!!
no entendi ni pinga
Escúchalo otra vez
jajajajaja