10 AÑOS DESPUÉS: EL MENSAJE QUE LO LLEVÓ A LA LOCURA...

Carlos, el consumidor interno de la transacción, al descubrir que fue su esposa quien inició la transacción con su amigo Miguel, decidió arreglar como debía. Impulsado por un oscuro deseo de venganza, Carlos idea un cruel y meticuloso plan para enterrar viva a Ana, creyendo que así aliviaría su dolor.
Nadie, tras cometer el hecho, se sumerge en la espiral de mentiras y culpas que creó mintiendo a sus hijos, Sofía y Martín, y viviendo con el miedo constante de ser descubierto. Cuando Carlos intentó robarle sus convulsiones, Martín se obsesionó con descubrir la verdad sobre la desaparición de su madre, o quién eventualmente revelaría el terrible crimen.
Martín, tras verse obligado a responder, descubrió las pruebas que incriminaban a Carlos, lo obligó a enfrentarse a su padre y forzar su confiscación. Carlos estuvo presente y violó las consecuencias jurídicas de sus acciones, que destruyeron o restauraron a su familia. Sofía y Martín, ante la pérdida de ambos padres (la madre por la muerte y el padre por la traición y el encarcelamiento), buscan formas de traer justicia y significado a sus vidas destruidas.
Y así, Carlos reflexiona sobriamente mientras camina que lo pierde todo o que se divierte, reconoce que su búsqueda de venganza es un camino sin retorno, marcado por una profunda y destructiva destrucción.