Cómo Inspirar Respeto sin Cambiar tu Forma de Ser

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  • เผยแพร่เมื่อ 27 ธ.ค. 2024

ความคิดเห็น •

  • @jarlyardila8262
    @jarlyardila8262 17 ชั่วโมงที่ผ่านมา +22

    Extraño los graficos de antes

  • @FernandoGg-p8g
    @FernandoGg-p8g 16 ชั่วโมงที่ผ่านมา +20

    La animacion de antes 😢?

  • @miltoncondorielmilhouse7007
    @miltoncondorielmilhouse7007 14 ชั่วโมงที่ผ่านมา +5

    muchas veces mi cerebro le gana a mis oidos, ni terminan de hablar y mi cerebro busca mas maneras de escapar a la charla sin parecer grosero xd

  • @samuelmendez1713
    @samuelmendez1713 15 ชั่วโมงที่ผ่านมา +3

    era lo que necesitaba, gracias...

  • @ellimon2.021
    @ellimon2.021 16 ชั่วโมงที่ผ่านมา +3

    Las animaciones de antes 😭😭

  • @Mateo12432
    @Mateo12432 17 ชั่วโมงที่ผ่านมา +3

    Tercero

  • @AYH2011a
    @AYH2011a 17 ชั่วโมงที่ผ่านมา +3

    Primero

    • @7Luis_f
      @7Luis_f 17 ชั่วโมงที่ผ่านมา +1

      Guau, que gran comentario

  • @albertosanca1935
    @albertosanca1935 17 ชั่วโมงที่ผ่านมา +2

    Segundo

  • @percycarpioescritor
    @percycarpioescritor 16 ชั่วโมงที่ผ่านมา +1

    Tres Príncipes guerreros y una princesa protagonizan una emocionante aventura en la India.
    Los tres príncipes Gupta y sus acompañantes montaban sus elegantes elefantes blancos. Los animales se deslizaban por una espaciosa avenida saturada de muros de piedra labrada que ostentaban los signos del reino. Los hermanos pasaban por debajo de altos balcones y sobre los pétalos de exótica fragancia que eran arrojados por los ciudadanos. Ante ellos, iban elevándose los imponentes muros y las grandes cúpulas que derramaban sus sombras sobre el camino que conducía hacia el palacio del emperador Otali. Finalmente, cruzaron por debajo de un gran arco de color blanco realzado con un reborde de borlas de mármol, que llevaba hacia los espléndidos jardines de recreo del monarca.
    Nirek el primer hijo de Otali, iba orgulloso por delante; Ojayit, el segundo hijo, lo seguía de cerca, atento a empuñar su filosa arma contra cualquier enemigo, y, asimismo, Nayakan, su hermano menor y otro virtuoso con las armas, iba detrás de ellos. Los seguían por detrás filas de guardias armados con lanzas. Al final, avanzaba un largo séquito de sacerdotes, esos viejos que se dedicaban al estudio de las leyes divinas, y que la pasaban encorvados sobre antiguos pergaminos. Todos recibían saludos alegres del pueblo.
    El nacimiento del príncipe Nirek ocurrió en una tranquila noche, mientras la plateada Luna daba su sereno rostro y se desplazaba a través de las estrellas. Otali estaba impaciente, pero sabía que la paciencia es como un árbol de raíz insípida que produce dulces frutos.
    ―¿Cómo esta ella? ―preguntaba Otali con el corazón exaltado.
    ―Mi Señor, su esposa Kuntana acaba de parir con salud un hermoso niño, tan luminoso como la Luna ―le contestó el médico principal.
    Unos días después, ocurrió la ceremonia para darle un nombre al bebé; se le bendijo y los sacerdotes le desearon una larga vida llena de riqueza y sabiduría. Después, el niño fue colocado sobre el regazo de su padre y recibió su bendición. El sacerdote principal ofreció su plegaria a los dioses y a los espíritus de los antepasados del clan, para poder obtener sus bendiciones. Los clarividentes predijeron que algún día, este ser realizaría memorables acciones, y sería él uno de los prodigios de su creador. Nirek sería grande en pensamientos y en hechos; el hijo de Otali tendría una razón elevada, sus acciones serían rectas y firmes, y sería por derecho, el emperador de Panyab.
    Ojayit era el segundo hijo de Otali, y era dos años menor que Nirek. Desde pequeño se notaron en él cualidades atléticas.
    ―Óyeme querida esposa ―decía Otali―. Pronto el pequeño despreciará la suavidad de tus manos ¡Porque montará el lomo firme de los elefantes de guerra!
    Al reconocer las habilidades de Ojayit, su padre le obsequió una espada de esplendor sin igual. Era un regalo de los dioses, y al recibirlo, Ojayit quiso convertirse en un gran maestro. La espada, estaba adornada con el rostro de un dios de oro en el centro del pomo, que descansaba sobre un fondo de esmalte negro. Además, tenía los símbolos del imperio tallados en el mango. Ojayit sintió asombro al ver la hoja cortar el aire.
    Nayakan, el tercer hijo de Otali, compartía con Ojayit una virtuosidad innata en el combate. El amable príncipe de ojos oscuros, tenía un gran afecto por sus familiares, y los visitaba con frecuencia.
    Paramjit, padre de Otali, se destacaba por su rectitud, honorabilidad y habilidad para resolver problemas. Un día, consideró que era necesario que oficiales de prestigio, o guerreros expertos, impartieran la instrucción necesaria a sus nietos. Así, se embarcó en la búsqueda de los mejores instructores del reino para llevar a cabo esta tarea.
    Birendra era un general valiente y poderoso. Al saber las intenciones del antiguo emperador, se ofreció para enseñar los secretos de la espada a los príncipes Gupta, y el experimentado hombre se encargó muy bien del asunto. Sus palabras cortaban el velo de la ignorancia, y revelaban la verdad que yacía en el corazón de la batalla. El viejo guerrero había dejado plasmadas en lienzos las enseñanzas de las artes bélicas, pues la pluma danzó al ritmo de sus hazañas.
    Bajo la tutela de maestros de renombre, los jóvenes caminaron por el sendero de la guerra, ávidos de conocimiento, y sedientos de gloria. Aprendieron que la esencia del guerrero residía en elevarse por encima de las pasiones efímeras y los deseos mundanos; que la batalla justa abrazaba todas las escuelas, acogía todas las mejoras y exploraba los más nobles métodos, pero desechaba el ansia inerte de la conquista desmedida.
    Los hermanos siguieron las enseñanzas con obediencia, y con el paso de los años, perfeccionaron sus conocimientos, y aprendieron conceptos filosóficos de la vida. Obtuvieron mayor fuerza física, manejaron el temor, mejoraron la concentración mental y, por supuesto, consiguieron el completo dominio de la espada. Los generales consideraban cualquier circunstancia que pudiera presentarse en una guerra. Los hombres adiestrados podían escalar altos muros y trasladarse por las fortalezas enemigas sin ser descubiertos. Además, aprendían con dedicación las distintas técnicas de pelea del Kalaripayatt.
    www.megustaescribir.com/autor/20523/percy-carpio-escritor-de-epica-y-terror