El Bond que no quería ser Bond Uno de los personajes cinematográficos más longevos, salvando su legado literario creado por el escritor Ian Fleming, es el legendario espía inglés James Bond. Ha sido interpretado por varios renombrados actores y, solo en un caso, por un advenedizo que casi destruye al personaje, el infame George Lazenby; y, más recientemente, por un actor, bastante bueno, que desarrolló para complacencia de cierto sector de lo políticamente (in) correcto a un Bond más humano y emocionalmente inestable. El Bond de Sean Connery era violento, machista, insensible e irónico, el de Lazenby, bueno, era el de Lazenby, el interpretado por el incomparable Roger Moore mantenía ese machismo intrínseco al personaje pero resaltaba por un humor bastante cercano a lo infantil pero con una elegancia y estilo únicos; llegaría a suplir al encantador Moore un Timothy Dalton que se acercaba más al personaje creado por Connery pero con un componente de crueldad y astucia destacable que, en este caso, terminaría alejándose del servicio habitual para destruir un entramado criminal de tráfico de drogas muy al estilo imperante de los ochenta y noventas en los que Miami Vice era un rotundo éxito televisivo. Llegaría, entonces, la era de Pierce Brosnan con una mezcla acertada de estilo y elegancia, fiereza y seducción que aun conservaba esa esencia que distinguía al caballero espía. Entre artilugios novedosos, aunque el auto invisible fue una pasada, combatía un sistema de villanos más alejados del impuesta por la extinta Guerra Fría y acorde a una época donde las difusas líneas del bien y el mal no permitían distinguir con claridad al enemigo que se estaba combatiendo, desde la prensa manipuladora y amarillista con un villano magistralmente interpretado por Jonathan Pryce, hasta la introducción de una villana despiadada, la hermosa Sophie Marceau, que logra seducir al 007 de manera magistral convirtiéndose en una cuasi mantis religiosa que podía descabezar al elegante espía en cualquier momento. Pero a criterio de los productores era hora de introducir a un personaje más humano, emocionalmente afectado por su trabajo, renuente a seguir los pasos de sus predecesores, pero con un toque muy característico que mantenía ciertos rasgos del personaje original. Y conste que las películas, incluida “Quantum of Solace” que no es del gusto de muchos, son bastante buenas en cuanto a recursos cinematográficos, actores y puesta en escena, pero, y todo tiene un “pero”, este James Bond no quiere ser James Bond. Vemos la génesis del agente cuando obtiene el estatus de doble cero al apuntarse una víctima mortal en la primera secuencia de “Casino Royale” y esto es significativo porque se inicia la cuenta de muertes del legendario agente que, por supuesto, implica que no era más que un agente normal que anteriormente no había dado de baja a ningún contrario, o que, tal vez, debía iniciar con un primer encargo para demostrar su valía como asesino despiadado. En todo caso a este Bond le incomoda matar aun cuando lo hace con maestría, pero su renuencia es constante; en una escena, ya cerca del clímax de la película, le confía a Vesper que desea salvar lo poco que queda de su alma. Este Bond renuncia, se rebela contra el sistema en “Quantun of Solace”, termina herido y con eso logra la excusa para desaparecer en “Skyfall”, se enamora y vuelve a renunciar en “Spectre” y, al final se suicida por amor, aunque con cierta lógica ya que desea salvaguardar la vida de su hija, en el film que cierra esta etapa de Bond “No Time to Die”. Cada vez que regresa al servicio activo es porque va tras cierta vendetta personal como al final de “Casino Royale” y al principio de “Quantum” cuando su objetivo es el despiadado Señor White, en “Skyfall” movido por el ataque de Raúl Silva, villano magistralmente interpretado por un excelente Javier Bardem y en la penúltima motivado por el amor a Madeleine Swann, la hija del infame Señor White, para que en “No Time to Die” regrese a sueldo de la CIA contratado por su “primo” norteamericano Felix Leiter ya que su estatus de 007 había sido ocupado, en aras de la (in) corrección política, por una agente afro inglesa cuasi perfecta y empoderada muy distinta al Bond que nació con Sean Connery. Aunque, ya casi al final, le reasignan su 00 para que pueda cumplir con su última misión. Al final este Bond renuente y emocionalmente perturbado termina, como ya se sabe, inmolándose para evitar que su carga genética mate a la hija que tuvo con Madeleine dejando vacío el puesto para que, Dios nos libre, pueda ser ocupado por quien sabe que engendro nacido de la cultura Woke y lo políticamente (in) correcto. Y, así, con la mente tarareando las notas de la excelente pieza de John Barry cierro esta breve reflexión respecto a mi idea de que el Bond de Daniel Craig nunca quiso ser el Bond de Ian Fleming. Juan Carlos Camacho Castellanos.
Yo también espero que Bond siga siendo Bond y que no sea contaminado, como tu bien dices, por la cultura WOKE, ya bastante tenemos con NETFLIX y las barbaridades que está haciendo Disney con la versiones de los clásicos. Temblando estoy con Blancanieves. Un saludo amigo.
Al Bond de Craig lo hicieron muy humano y vulnerable para hacerlo políticamente correcto y, con ello, ya no apto para el trabajo de campo. Para los tiempos políticamente incorrectos que vivimos (con Trump, Putin, etc.) un Bond políticamente incorrecto como el de Connery o Dalton es el que funcionaría.
@@alienlv426ify Gracias por el comentario. Estoy de acuerdo contigo con respecto a Connery, quizás a mi lo que me ocurre con Craing, que es mi favorito, es que detrás de sus películas hay unos grandes directores (San Mendes, Mark Foster..) y se nota en el resultado final la admiración que tienen al personaje. Un saludo amigo.
Así se describe a Bond, UN HOMBRE esbelto, mide 1,89 m y pesa 93 kg de cabello negro, peinado hacia la izquierda y con un mechón rebelde en la frente, ojos azules, grandes e iguales, bajo cejas rectas y largas, piel morena tostada por el sol, barba de línea recta y firme, cicatriz de tres pulgadas en la mejilla derecha y otra en el hombro izquierdo y señales de cirugía plástica en el dorso de la mano derecha. Que se dejen de pendejadas de mujeres y gays.
@@fernandoschaymann9635 A mi me gustaba, buena acción y mucho sentido del humor. Pero a mi con Daniel Craing me explotó la cabeza, jeje, resulta tremendamente peligroso y a la vez vulnerable. Gracias por el comentario amigo.
Mi favorito fue Sean Connery quien estabableció las bases del famoso agente secreto. A Roger Moore siempre lo vi como Simon Templar El Santo de la muy exitosa serie de televisión.
Que no pisoteen el legado con su corrección política.
El Bond que no quería ser Bond
Uno de los personajes cinematográficos más longevos, salvando su legado literario creado por el escritor Ian Fleming, es el legendario espía inglés James Bond. Ha sido interpretado por varios renombrados actores y, solo en un caso, por un advenedizo que casi destruye al personaje, el infame George Lazenby; y, más recientemente, por un actor, bastante bueno, que desarrolló para complacencia de cierto sector de lo políticamente (in) correcto a un Bond más humano y emocionalmente inestable.
El Bond de Sean Connery era violento, machista, insensible e irónico, el de Lazenby, bueno, era el de Lazenby, el interpretado por el incomparable Roger Moore mantenía ese machismo intrínseco al personaje pero resaltaba por un humor bastante cercano a lo infantil pero con una elegancia y estilo únicos; llegaría a suplir al encantador Moore un Timothy Dalton que se acercaba más al personaje creado por Connery pero con un componente de crueldad y astucia destacable que, en este caso, terminaría alejándose del servicio habitual para destruir un entramado criminal de tráfico de drogas muy al estilo imperante de los ochenta y noventas en los que Miami Vice era un rotundo éxito televisivo.
Llegaría, entonces, la era de Pierce Brosnan con una mezcla acertada de estilo y elegancia, fiereza y seducción que aun conservaba esa esencia que distinguía al caballero espía. Entre artilugios novedosos, aunque el auto invisible fue una pasada, combatía un sistema de villanos más alejados del impuesta por la extinta Guerra Fría y acorde a una época donde las difusas líneas del bien y el mal no permitían distinguir con claridad al enemigo que se estaba combatiendo, desde la prensa manipuladora y amarillista con un villano magistralmente interpretado por Jonathan Pryce, hasta la introducción de una villana despiadada, la hermosa Sophie Marceau, que logra seducir al 007 de manera magistral convirtiéndose en una cuasi mantis religiosa que podía descabezar al elegante espía en cualquier momento.
Pero a criterio de los productores era hora de introducir a un personaje más humano, emocionalmente afectado por su trabajo, renuente a seguir los pasos de sus predecesores, pero con un toque muy característico que mantenía ciertos rasgos del personaje original. Y conste que las películas, incluida “Quantum of Solace” que no es del gusto de muchos, son bastante buenas en cuanto a recursos cinematográficos, actores y puesta en escena, pero, y todo tiene un “pero”, este James Bond no quiere ser James Bond.
Vemos la génesis del agente cuando obtiene el estatus de doble cero al apuntarse una víctima mortal en la primera secuencia de “Casino Royale” y esto es significativo porque se inicia la cuenta de muertes del legendario agente que, por supuesto, implica que no era más que un agente normal que anteriormente no había dado de baja a ningún contrario, o que, tal vez, debía iniciar con un primer encargo para demostrar su valía como asesino despiadado. En todo caso a este Bond le incomoda matar aun cuando lo hace con maestría, pero su renuencia es constante; en una escena, ya cerca del clímax de la película, le confía a Vesper que desea salvar lo poco que queda de su alma.
Este Bond renuncia, se rebela contra el sistema en “Quantun of Solace”, termina herido y con eso logra la excusa para desaparecer en “Skyfall”, se enamora y vuelve a renunciar en “Spectre” y, al final se suicida por amor, aunque con cierta lógica ya que desea salvaguardar la vida de su hija, en el film que cierra esta etapa de Bond “No Time to Die”.
Cada vez que regresa al servicio activo es porque va tras cierta vendetta personal como al final de “Casino Royale” y al principio de “Quantum” cuando su objetivo es el despiadado Señor White, en “Skyfall” movido por el ataque de Raúl Silva, villano magistralmente interpretado por un excelente Javier Bardem y en la penúltima motivado por el amor a Madeleine Swann, la hija del infame Señor White, para que en “No Time to Die” regrese a sueldo de la CIA contratado por su “primo” norteamericano Felix Leiter ya que su estatus de 007 había sido ocupado, en aras de la (in) corrección política, por una agente afro inglesa cuasi perfecta y empoderada muy distinta al Bond que nació con Sean Connery. Aunque, ya casi al final, le reasignan su 00 para que pueda cumplir con su última misión.
Al final este Bond renuente y emocionalmente perturbado termina, como ya se sabe, inmolándose para evitar que su carga genética mate a la hija que tuvo con Madeleine dejando vacío el puesto para que, Dios nos libre, pueda ser ocupado por quien sabe que engendro nacido de la cultura Woke y lo políticamente (in) correcto.
Y, así, con la mente tarareando las notas de la excelente pieza de John Barry cierro esta breve reflexión respecto a mi idea de que el Bond de Daniel Craig nunca quiso ser el Bond de Ian Fleming.
Juan Carlos Camacho Castellanos.
Yo también espero que Bond siga siendo Bond y que no sea contaminado, como tu bien dices, por la cultura WOKE, ya bastante tenemos con NETFLIX y las barbaridades que está haciendo Disney con la versiones de los clásicos. Temblando estoy con Blancanieves. Un saludo amigo.
Al Bond de Craig lo hicieron muy humano y vulnerable para hacerlo políticamente correcto y, con ello, ya no apto para el trabajo de campo. Para los tiempos políticamente incorrectos que vivimos (con Trump, Putin, etc.) un Bond políticamente incorrecto como el de Connery o Dalton es el que funcionaría.
@@alienlv426ify Gracias por el comentario. Estoy de acuerdo contigo con respecto a Connery, quizás a mi lo que me ocurre con Craing, que es mi favorito, es que detrás de sus películas hay unos grandes directores (San Mendes, Mark Foster..) y se nota en el resultado final la admiración que tienen al personaje. Un saludo amigo.
Así se describe a Bond, UN HOMBRE esbelto, mide 1,89 m y pesa 93 kg de cabello negro, peinado hacia la izquierda y con un mechón rebelde en la frente, ojos azules, grandes e iguales, bajo cejas rectas y largas, piel morena tostada por el sol, barba de línea recta y firme, cicatriz de tres pulgadas en la mejilla derecha y otra en el hombro izquierdo y señales de cirugía plástica en el dorso de la mano derecha. Que se dejen de pendejadas de mujeres y gays.
Tampoco entiendo por que quieren destruir el personaje creado por Ian Fleming. ¿Por qué no hacen esas mafufadas con Batman o el Capitán America?
El mejor fué ROGER MOORE
@@fernandoschaymann9635 A mi me gustaba, buena acción y mucho sentido del humor. Pero a mi con Daniel Craing me explotó la cabeza, jeje, resulta tremendamente peligroso y a la vez vulnerable. Gracias por el comentario amigo.
Mi favorito fue Sean Connery quien estabableció las bases del famoso agente secreto. A Roger Moore siempre lo vi como Simon Templar El Santo de la muy exitosa serie de televisión.