PAZO DE OCA - A ESTRADA

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  • เผยแพร่เมื่อ 17 ต.ค. 2024
  • PAZO DE OCA
    UN JARDÍN DE FANTASIA BARROCA
    Pazo de Oca es un jardín que hay que visitar en invierno, cuando los pétalos de camelia cubren los caminos y la luz envuelve sus rincones en una atmósfera onírica de misterio y saudade.
    Situado en el valle de río Ulla, a unos 30 Kilómetros del sudeste de la ciudad de Santiago, Oca es la quintaesencia del jardín gallego. Recóndito y melancólico, recuerda la descripción que Valle Inclán hace en su Sonata de Otoño:
    "Las flores empezaban a marchitarse en las versallescas canastillas recamadas de mirto, y exhalaban ese aroma indeciso que tiene la melancolía de los recuerdos...Murmuraba la fuente rodeada de cipreses, y el arrullo del agua parecía difundir por el jardín un sueño pacífico de vejez, de recogimiento y de abandono".
    El pazo que pertenece en la actulidad a la casa ducal de Medinaceli, se construyó a mediados del siglo XVIII, junto a una vieja fortaleza medieval. Se accede a la entrada a través de una curiosa plaza formada por la fachada principal del palacio y las viviendas de los aldeanos, que recuerda todavía su origen feudal.
    Al otro lado del zaguán se encuentra el jardín, ennoblecido por el paso del tiempo que ha dado solera a sus piedras y convertido su vegetación en ejemplares únicos. El itinerario comienza en una luminos terraza que se asoma al valle.
    La fuente de nito que la preside, rodeada por un seto de boj, es también una pieza singular por su original forma lobulada. Piedra y agua siguen presentes a lo largo de todo el recorrido que nos va adentrando en un recinto muy diferente, misterioso y umbrío. Es el entorno ideal para conocer las camelias que aquí son árboles centenarios.
    Entre diciembre y abril florecen las diferentes especies: C. Japonica, C. X Williamsii y varios ejemplares de C. Reticulata que se dice son los más antiguos de Europa y que debieron llegar a estas tierras a través de Portugal.
    La imagen más característica de Oca es la perspectiva de la gran ría canalizada que atraviesa el jardín, formando dos grandes estanques separados por un puente de granito. En el interior parece navegar una barca de piedra cubierta de hortensias. Y en sus orillas los bojes se arquean bajo los árboles en busca de luz.
    El largo paseo bajo los tilos, donde al parecer se han celebrado en alguna época carreras de caballos; la galería de blancos ventanales, convertida hoy en invernadero; o el viejo lavadero, protegido bajo un gran cobertizo de madera, son también escalas obligadas de una ruta que discurre entre piezas tapizadas de líquenes y el arrullo hipnótico del agua.

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