Conocer de lo que somos, condición necesaria para “madurar” como Sociedad En el ser humano se conjugan/cohabitan dos entidades; el mono que somos (cuyo origen se remonta a unos 23 millones de años), cuyo cerebro administra nuestra “realidad inconsciente”, y el Ser, cuya acción solemos llamar Acción Consciente, acción que da lugar a “la realidad Consciente”. Este último, el Ser, data de unos doscientos mil años, y surgió como consecuencia del particular lenguaje que nos caracteriza, y es, literalmente, un “hijo del Afecto”. El Ser “cobra vida” en la primera infancia, con el aprendizaje del lenguaje, y a partir de entonces en los humanos se genera un permanente “conflicto de intereses” entre el mono y el Ser, entre el individualismo y el colectivismo. Le debemos al Ser nuestra extrema dependencia al “cómo me ven mis semejantes”. La “realidad inconsciente” da lugar “al Saber del mono”, en tanto que “la realidad Consciente” constituye “el Saber del Ser”. Es tal la influencia del Ser, que intuitivamente a los humanos nos parece que la única realidad válida, y por ende valorable, es la realidad Consciente, el Saber Consciente. Le debemos al mono que somos nuestro “individualismo”, en tanto que del Ser, por su génesis, surge nuestro afán comunitario/colectivista. Conjugarnos en lo que somos implica intentar encontrar un “sano equilibrio” entre “los intereses” del mono y del Ser. Intentar renunciar a nuestra individualidad por privilegiar nuestro afán comunitario es tan nefasto como pretender renunciar a nuestro afán comunitario por privilegiar nuestra individualidad. No obstante lo anterior, observado desde una perspectiva evolutiva, los humanos le debemos al Ser nuestro actual liderazgo evolutivo, por lo que tiene sentido pretender privilegiar la acción del Ser.
La materia inanimada se diferencia de la materia con vida por la capacidad que tiene esta última para llevar a cabo Acciones. Tras el “Poder Hacer” está lo que conocemos vulgarmente como “el Poder”, y constituye una “muy real” Ley Evolutiva, que aplica sobre todos los seres vivos, el pretender incrementar el potencial de acción. En la práctica, la democracia moderna tiene por talón de Aquiles el afán de algunos por “acumular poder” en forma desmedida, remedando el rol que históricamente han jugado Reyes, Monarcas, Emperadores y Tiranos. Napoleón, Julio Cesar, Stalin, Gen Gis Kan, Hitler, “la casta política”, todo ellos, sin saberlo, han sido disfuncionales humanos. No es casualidad que en política, “casualmente” exista la dualidad izquierda/derecha. En la práctica, en democracia tiende a replicarse “el conflicto interior” que afecta a todo ser humano. Reconocer lo anterior, como sociedad, nos puede permitir terminar con la espuria contienda izquierda/derecha, individuo/colectividad.
Conocer de lo que somos, condición necesaria para “madurar” como Sociedad
En el ser humano se conjugan/cohabitan dos entidades; el mono que somos (cuyo origen se remonta a unos 23 millones de años), cuyo cerebro administra nuestra “realidad inconsciente”, y el Ser, cuya acción solemos llamar Acción Consciente, acción que da lugar a “la realidad Consciente”. Este último, el Ser, data de unos doscientos mil años, y surgió como consecuencia del particular lenguaje que nos caracteriza, y es, literalmente, un “hijo del Afecto”.
El Ser “cobra vida” en la primera infancia, con el aprendizaje del lenguaje, y a partir de entonces en los humanos se genera un permanente “conflicto de intereses” entre el mono y el Ser, entre el individualismo y el colectivismo.
Le debemos al Ser nuestra extrema dependencia al “cómo me ven mis semejantes”.
La “realidad inconsciente” da lugar “al Saber del mono”, en tanto que “la realidad Consciente” constituye “el Saber del Ser”.
Es tal la influencia del Ser, que intuitivamente a los humanos nos parece que la única realidad válida, y por ende valorable, es la realidad Consciente, el Saber Consciente.
Le debemos al mono que somos nuestro “individualismo”, en tanto que del Ser, por su génesis, surge nuestro afán comunitario/colectivista.
Conjugarnos en lo que somos implica intentar encontrar un “sano equilibrio” entre “los intereses” del mono y del Ser. Intentar renunciar a nuestra individualidad por privilegiar nuestro afán comunitario es tan nefasto como pretender renunciar a nuestro afán comunitario por privilegiar nuestra individualidad. No obstante lo anterior, observado desde una perspectiva evolutiva, los humanos le debemos al Ser nuestro actual liderazgo evolutivo, por lo que tiene sentido pretender privilegiar la acción del Ser.
La materia inanimada se diferencia de la materia con vida por la capacidad que tiene esta última para llevar a cabo Acciones. Tras el “Poder Hacer” está lo que conocemos vulgarmente como “el Poder”, y constituye una “muy real” Ley Evolutiva, que aplica sobre todos los seres vivos, el pretender incrementar el potencial de acción.
En la práctica, la democracia moderna tiene por talón de Aquiles el afán de algunos por “acumular poder” en forma desmedida, remedando el rol que históricamente han jugado Reyes, Monarcas, Emperadores y Tiranos. Napoleón, Julio Cesar, Stalin, Gen Gis Kan, Hitler, “la casta política”, todo ellos, sin saberlo, han sido disfuncionales humanos.
No es casualidad que en política, “casualmente” exista la dualidad izquierda/derecha. En la práctica, en democracia tiende a replicarse “el conflicto interior” que afecta a todo ser humano.
Reconocer lo anterior, como sociedad, nos puede permitir terminar con la espuria contienda izquierda/derecha, individuo/colectividad.
Interesante Mansuy, lo respeto mucho, pero me comunica una desazón dolorosa