Dino Buzzatti: Siete plantas

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  • เผยแพร่เมื่อ 21 ต.ค. 2024
  • Locución: Manuel López Castilleja
    Fondo musical: Chopin_Piano Concerto N1 in E minor
    TH-cam.com
    Después de un día de viaje en tren, Giuseppe Corte llegó, una mañana de marzo, a la ciudad donde se hallaba el famoso sanatorio. Tenía un poco de fiebre, pero aun así quiso hacer a pie el camino entre la estación y el hospital, llevando su pequeña maleta de viaje.
    Si bien no tenía más que una manifestación incipiente sumamente leve, le habían aconsejado dirigirse a aquel célebre sanatorio, en el que se trataba exclusivamente aquella enfermedad. Eso garantizaba una competencia excepcional en los médicos y la más racional sistematización de las instalaciones.
    Cuando lo divisó desde lejos -lo reconoció por haberlo visto ya en fotografía en un folleto publicitario- Giuseppe Corte tuvo una inmejorable impresión. El blanco edificio de siete plantas estaba surcado por entrantes regulares que le daban una vaga fisonomía de hotel. Estaba rodeado completamente de altos árboles.
    Después de un breve reconocimiento a la espera de un examen más detenido y completo, Giuseppe Corte fue instalado en una alegre habitación de la séptima y última planta. Los muebles eran claros y limpios, como el tapizado, los sillones eran de madera, los cojines estaban forrados de tela estampada. La vista se extendía sobre uno de los barrios más bonitos de la ciudad. Todo era plácido, hospitalario y tranquilizador.
    Giuseppe Corte se metió sin dilación en la cama y, encendiendo la luz que tenía a la cabecera, comenzó a leer un libro que había llevado. Poco después entró una enfermera para preguntarle si quería algo.
    Giuseppe Corte no quería nada pero se puso de buena gana a conversar con la joven, pidiendo información acerca del sanatorio. Se enteró así de la extraña peculiaridad de aquel hospital. Los enfermos eran distribuidos planta por planta según su gravedad. En la séptima, es decir en la última, se acogían las manifestaciones sumamente leves. La sexta estaba destinada a los enfermos no graves, pero tampoco susceptibles de descuido. En la quinta se trataban ya afecciones serias, y así sucesivamente de planta en planta. En la segunda estaban los enfermos gravísimos. En la primera, aquellos para los que no había esperanza.
    Este singular sistema, además de agilizar mucho el servicio, impedía que un enfermo leve pudiera verse turbado por la vecindad de un compañero agonizante y garantizaba en cada planta un ambiente homogéneo. Por otra parte, de este modo el tratamiento podía graduarse de forma perfecta y con mejores resultados.
    De ello se derivaba que los enfermos se dividían en siete castas progresivas. Cada planta era como un pequeño mundo autónomo, con sus reglas particulares, con especiales tradiciones que en las otras plantas carecían de cualquier valor. Y como cada sector se confiaba a la dirección de un médico distinto, se habían creado, siquiera fueran nimias, netas diferencias en los métodos de tratamiento, pese a que el director general hubiera imprimido a la institución una única orientación fundamental.
    Cuando la enfermera hubo salido, Giuseppe Corte, padeciéndole que la fiebre había desaparecido, se llegó a la ventana y miró hacia fuera, no para observar el panorama de la ciudad, que también era nueva para él, sino con la esperanza de divisar a través de aquélla a otros enfermos de las plantas inferiores. La estructura del edificio, con grandes entrantes, permitía este género de observaciones. Giuseppe Corte concentró su atención sobre todo en las ventanas de la primera planta, que parecían muy lejanas y no alcanzaban a distinguirse más que de forma sesgada. Sin embargo, no pudo ver nada interesante. En su mayoría estaban herméticamente cerradas por grises persianas.
    Corte advirtió que en una ventana vecina a la suya estaba asomado un hombre. Ambos se miraron largamente con creciente simpatía, pero no sabían cómo romper aquel silencio. Finalmente, Giuseppe Corte se animó y dijo:
    -¿Usted también está aquí desde hace poco?
    -Oh, no -dijo el otro-, yo ya hace dos meses que estoy aquí… -calló por un instante y después, no sabiendo cómo continuar la conversación, añadió-: miraba ahí abajo, a mi hermano.
    -¿Su hermano?
    -Sí -explicó el desconocido-. Ingresamos juntos, un caso realmente curioso, pero él ha ido empeorando; piense que ahora está ya en la cuarta.
    -¿Qué cuarta?
    -La cuarta planta -explicó el individuo, y pronunció las dos palabras con tanto sentimiento y horror que Giuseppe Corte se quedó casi sobrecogido de espanto.

ความคิดเห็น • 8

  • @josval5477
    @josval5477 10 หลายเดือนก่อน +1

    Muy bueno. Muchas gracias.

  • @mrk723.5
    @mrk723.5 ปีที่แล้ว +1

    Buenísimo, me encantó.

  • @agustinacordoba607
    @agustinacordoba607 3 ปีที่แล้ว +1

    gracias por su lectura

  • @luckyman5132
    @luckyman5132 2 ปีที่แล้ว +1

    Muy muy bueno!

  • @nerdyb9639
    @nerdyb9639 3 ปีที่แล้ว +1

    muchas gracias✨

  • @jara7923
    @jara7923 3 ปีที่แล้ว +1

    Muchas gracias :)

  • @gonza9467
    @gonza9467 3 ปีที่แล้ว +1

    Muy bueno

  • @xwall2323
    @xwall2323 4 หลายเดือนก่อน

    lo he leído varas veces pero no le entiendo, es decir me parece que el cuento tiene un trasfondo secundario.