Hace unos 12 años, es decir, cuando tenía 18, me encontré con este hombre, exponente del realismo. Leí algunas de sus historias: ¿Cuánta tierra necesita un hombre?, La muerte de este hombre llamado Iván, entre otras. Por aquí inició mi alfabetización sobre las cuestiones intrigantes de la vida. Un caribeño hispano como yo, ingiriendo la gélida mentalidad clásica rusa. Seguí con el estudio de las guerras y la configuración del mundo a partir de ellas, luego con los filósofos modernos, y estos me llevaron a los clásicos. Al multiplicarme en tantas partes -mientras me fundía con todas estas mentes- se desintegraron mis creencias. Como encriptación del miedo y de la conservación que somos, en ausencia de mis antiguos credos me he sujetado a columnas temporales debido a mi adopción de una actitud cambiante ante la vida. En este punto, en el cénit de mi adustez y maduración, albergo muchos horizontes, pero nada más, como en una faceta de la vida de Iván Ilich, me preocupa y ocupa el reconocimiento y el dinero. Es curioso, cómo la vida después de tanta ilusión y pensamiento puede materializarse en cosas tan mundanas y ordinarias.
Hace unos 12 años, es decir, cuando tenía 18, me encontré con este hombre, exponente del realismo. Leí algunas de sus historias: ¿Cuánta tierra necesita un hombre?, La muerte de este hombre llamado Iván, entre otras. Por aquí inició mi alfabetización sobre las cuestiones intrigantes de la vida. Un caribeño hispano como yo, ingiriendo la gélida mentalidad clásica rusa. Seguí con el estudio de las guerras y la configuración del mundo a partir de ellas, luego con los filósofos modernos, y estos me llevaron a los clásicos. Al multiplicarme en tantas partes -mientras me fundía con todas estas mentes- se desintegraron mis creencias. Como encriptación del miedo y de la conservación que somos, en ausencia de mis antiguos credos me he sujetado a columnas temporales debido a mi adopción de una actitud cambiante ante la vida. En este punto, en el cénit de mi adustez y maduración, albergo muchos horizontes, pero nada más, como en una faceta de la vida de Iván Ilich, me preocupa y ocupa el reconocimiento y el dinero. Es curioso, cómo la vida después de tanta ilusión y pensamiento puede materializarse en cosas tan mundanas y ordinarias.
Excelente libro, y excelente narración. Da mucho que pensar.