Un fuerte abrazo mi querida Alondra Mujer frontal valiente muchas bendiciones..saludos desde Bronx new york....fueraaaa noboaaaa....vivaaaa Rafael Correaaaa hasta la Victoria siempre con Luisa Presidenta.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Porqué tiene que irse la Vicepresidenta a Turquía? una vez lejos, como va a reemplazar al Presidente,? La Sra Abad está cumpliendo la ley, que es estar aquí en el país.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
HAY UN MONTÓN DE TROLLS QUE INJURIAN A LOS 4 NIÑOS...ADEMÁS HAY GENTE SIN ESCRUPULOS, QUE LANZAN INJURIAS, EN CONTRA DE GENTE CONSCIENTE, QUE ADMIRA A RAFAEL CORREA !
@@claudiacuenca128 Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Dónde está la asamblea que no le pone freno a este dictadorsuelo que se largue así tierra gringa porque este no es nacido en Ecuador allá que baya Aser Loque quiera aquí no
mi estimada Alondra ,esta gente son unos ineptos en su totalidad , enfeermos ,por El poder y los organismos internos se prestan para estas pendejadasssz
DESGRACIADOS LOS QUE EN SU JUVENTUD JURARON LA BANDERA AMOR Y FIDELIDAD A LA PATRIA, AHORA DE ADULTOS COBIJADOS CON LA DE LAS BARRAS Y LAS ESTRELLAS, SEUÑAN CON ALGO QUE NUNCA ALCANZARAN
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
ALONDRA. Si iLA VICE está de vacaciones y no quieren que le reemplace al presi con enfermedad mental, EN LA LEY ESTABLECE QUE LA PRESIDENTA DE LA ASAMBLEA O QUIEN LE REEMPLACE SERÁ EL O LA PRESIDENT@
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Las leyes y constitución ecuatorianas son elásticas , para los políticos de derecha y cualquier delincuente de corbata , porque las estiran o contraen a conveniencia del que tenga más fuerza bruta o armas .
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Querida Alondra deja a los troles que digan lo que les de la gana igual que el ministro Cortisona que se mueran de corajeque los buenos y Correistas somos mas
Al precidente si hay que darle mucho respecto... pero a los niños si se les acuso de delincuentes, los desparecieron y ensima los calsinaron. de que respeto habla este ministro?
Saludos desde CDMX 🇲🇽 soy mexicano y tengo una pregunta ¿Acaso no hay ninguna autoridad en ecuador que pare al presidente inútil de noboa??? Porque no pude ser que el que juro respetar y hacer respetar la constitución del ecuador se el primero en destrozarlo
No entiendo que si hubo una autoridad en ecuador para destituir del cargo de presidente del ecuador como fue el caso de Abdalá Bucaram y sigan permitiendo que noboa Siga limpiándose el trasero con la constitución del ecuador
Es que por desgracia quienes deben cuidar que sé respete la constitución qué son los militares Ellos también están en ésa onda corrupta..estamos aguantando pues está cerca una nueva elección Y a la vez esperamos que esté piedra..de no ser así..nosotros el pueblo lo mandaremos roto el culo a patadas
Pasa que el presidente se ha tomado la corte suprema de justicia, tribunal electoral, concejo electoral y de remate la fiscalia general del Estado y la Contraloría General del estado párese que todos están corruptos y los ha de tener chantajeados Noboa
@@Piedadguaman-u9k tal vez tenga razón ya que veo que las autoridades del ecuador no hacen absolutamente nada concreto para para a ese inútil de noboa y lo único que hace es limpiarse el trasero con la constitución del ecuador y de los ecuatorianos
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
QUERIDA ALONDRA, EL CARTÓN NO NECESITA PEDIR LICENCIA PARA HACER CAMPAÑA, EL YA HA HECHO CAMPAÑA TODO EL AÑO.... ATROPELLO A EMBAJADA, BORRACHERAS, ABUSO CON LA VICEPRESIDENTA, INEPTITUD TOTAL CON LA ENERGÍA...ESO Y MUCHO MÁS SON SUS FAMOSAS OBRAS , Y TODOS ESTAMOS CONSIENTES DE ESO. ENTONCES QUE CAMPAÑA PUEDE HACER, Y PARA QUE.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Si Noboa no quiere pedir licencia para que Abad no lo reemplace para qué tienen que nombrar a otra Vicepresidenta si esta no va a reemplazar al susodicho.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos. El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos. Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos. Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno. Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Mil Gracias por la aclaracion Señor Licenciado Luis Fernando.
Desde NY le saludo uerida Alondra, su programa es lo mejor de Ecuador, mi nombre Holger Núñez
VIVA EL ECUADOR...ASI TIENE QUE SER....DEFENDER LA CONSTITUCION❤
Ola linda mucho gusto, después de conocerte siempre te sigo felicidades por tu programa.
Alondra le deseo un lindo Año Nuevo, y la felicito porque es usted bien frontal y bien sustentado sus comentarios
Un fuerte abrazo mi querida Alondra Mujer frontal valiente muchas bendiciones..saludos desde Bronx new york....fueraaaa noboaaaa....vivaaaa Rafael Correaaaa hasta la Victoria siempre con Luisa Presidenta.
SEÑORES NO PODEMOS DEJARNOS GOBERNAR POR UN DICTADOR
SICOPATA Y ASESINO !
Un abrazo Alondra saludos desde Guayaquil Ecuador 🌹
FELICIDADES EN ÉSTE NUEVO AÑO...ESTAMOS TRISTES POR EL ASESINATO A LOS 4 NIÑOS Y MÁS DESAPARECIDOS...PERO NO PERDEMOS NUESTRO OPTIMISMO !
Estimada Alondra Feliz año,saludos desde el Puyo --Ecuador
Estado de excepción para evitar manifestaciones en su contra no para combatir la delincuencia
Para,seguir secuestrando al que es y al que no es, finalmente acaban asesinandolos
En efecto esa es la estrategia del marco gobierno
Saludos Alondra desde Manabí muchas bendiciones y para cambiar este país todo todito 555555555
Alondra excelente tu programa éxitos
Saludos desde Guayaquil
Gracias a todos, quienes han trabajado hoy para mantenernos informados. Issac hoy tiene un 10/10 por su contribusion laboral. Feliz Año Niña Alondra
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Feliz año nuevo Para usted y su family
No sabía que había programa 😂😂😂 lo estoy viendo 👀 ahora.
Mi dios, que está pasando en Ecuador!? A no equivocarse en las próximas elecciones.
Excelente información. 💛💙❤️
Buen programa bendiciones Srita Alondra
Porqué tiene que irse la Vicepresidenta a Turquía? una vez lejos, como va a reemplazar al Presidente,? La Sra Abad está cumpliendo la ley, que es estar aquí en el país.
Feliz Año Alondra bella como siempre.
Felicitaciones señor Augusto Verduga
Saludos desde Valencia España gracias por tenernos informados
Feliz año Alondra bendiciones
Hola buenas tardes, la AN tendría que parar está dictadura del cartón, despierta ECUADOR
Viola alondra feliz Año Nuevo y sigue como siempre correísta de hueso Colorado saludos desde Arkansas
Dejen de llamar correista, es apreciar al mejor presidente que es y fue RAFAEL CORREA
Eres lo maximo te queremos
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Bravo Alondra abrazos de Brasil
Un feliz año
Hola Alondra un feliz año me encanta tú programa te sigo desde España Zaragoza un abrazo
Buenas tardes, si no es reelección es nueva posición, entonces debe renunciar....no debe pedir licencia
Sr. Verduga usted si sabe lo que dice, usted si quiere a nuestro Ecuador 🇪🇨 . Gracias Alondra por informarnos.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Saludos desde Pamplona España
Te veo desde Houston tc
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Feliz año Alondra!
No no hay que escuchar a todos y menos a los pautados, estamos en campaña
Viva la Democracia la verdad y el cumplimiento de la constitución Ecuatoriana.eso es lo que queremos.Alondre le deseo un bendecido año ..🎉❤🇪🇨
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Alondra. me encantan tus comentarios estoy contigo
La mayoría de ecuatorianos noooooo
@kathynunezA nadie le importas tú.😂
Luisa González presidenta 💪
Felicidades en éste año y seguir así Alondra para que los migrando se informen con sertesa y seriedad desde Londres
Alondra un cordial saludo desde NY, pregunta a los que saben hasta cuándo debía de estar la fiscal Salazar en su poder gracias.
Es crimen de estado
Mis mejores deseos de que sigan prosperando Alondra, soy feliz viendo cómo crecen y crecen mientras otros van en caída libre. ❤
😂😂😂😂😂😂
Muchas gracias. Alondra por retransmitir parte de la #AudienciaPública ! Gracias por mantener informados al pueblo ecuatoriano!
Saludos alondra
Hace CASO OMISO A LO QUE LA CORTE CONSTITUCIONAL LE DICE!!!!
HAY UN MONTÓN DE TROLLS QUE INJURIAN A LOS 4 NIÑOS...ADEMÁS HAY GENTE SIN ESCRUPULOS, QUE LANZAN INJURIAS, EN CONTRA DE GENTE CONSCIENTE, QUE ADMIRA A RAFAEL CORREA !
Si un mejor Año, para este grupo comandado por una lideresa Alondra
Digan lo q digan Noboa hará lo q le dan la gana al final el pueblo es el q eligiera su suerte
Hola Alondra. Parece que te fuiste de luna de miel😊Que tengas un feliz año.
Muy cierto, mutis por proteger al Cartón...
BUEN PROGRAMA ALONDRA DESDE LA JOYA 💎
Asi es han convertido En un burdel el palacio presidencial y se destapan las corrupciones
Srs, y usted sra alondra, tenemos que seguir insistiendo en seguir pronunciándonos en este tema
Obviamente hasta que se haga JUSTICIA
@@claudiacuenca128 Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Saluditos alondra 👍👍
Como duele mi país niños asesinados, mujeres violentadas, un presidente indolente ante tanto dolor
Saludos Alondra desde Ecuador.
Holaaa Alóndra buenas noches saludos desde Riobamba.
Feliz 2025 *
Dónde está la asamblea que no le pone freno a este dictadorsuelo que se largue así tierra gringa porque este no es nacido en Ecuador allá que baya Aser Loque quiera aquí no
Que,se vaya a,su llacta con sus criados novoa el peor carcoso de presdidente de ecuador
No mas dictadura. Fuera Noboa
mi estimada Alondra ,esta gente son unos ineptos en su totalidad , enfeermos ,por El poder y los organismos internos se prestan para estas pendejadasssz
Mexicano viviendo en texas.
Este gobierno como es ya su costumbre, BURLÁNDOSE DE LA CONSTITUCIÓN !!!que desastre de gobernantes!!!!
DESGRACIADOS LOS QUE EN SU JUVENTUD JURARON LA BANDERA AMOR Y FIDELIDAD A LA PATRIA, AHORA DE ADULTOS COBIJADOS CON LA DE LAS BARRAS Y LAS ESTRELLAS, SEUÑAN CON ALGO QUE NUNCA ALCANZARAN
Ya empecemos a llamar a Noboa como lo que es. EX PRESIDENTE GOLPISTA
Alondra un gran abrazo en este nuevo año. Que Dios nos bendiga
Me encanto el sobrenombre alondrines. :)
BUSCAMOS CIUDADANOS PATRIOTAS Y CON DIGNIDAD QUE DESEAN CAMBIAR LA HISTORIA PARA QUE VOTEN POR LA RC.5 CON LUISA Y DIEGO. R.C. 5
NOBOA PRESIDENTE...
Jorge Yepes saludos desde San Cristóbal galapagos
Mi total apoyo a las mujeres,y a la democracia ya basta de violencia a los derechos,y ése tribunal Electoral serán los culpables.
Daniel Noboa Presidente hasta el 2029,una sola vuelta
@@carlosfranco283 Anda a que hagan un chequeo de cerebro , florindo . Porque tu ídolo y patrón Noboa no te ama a ti sino a su sucio dinero .
si por favor de revisar el artículo 96 # 6 para que el tal ministro entienda.gracias
Todos los presidentes remplazan a otro jejeje el no fue puesto ahi a dedo fue ELEGIDO PARA SER PRESIDENTE NO PARA REMPLAZAR A NADIE JAJAAJAJAJ
Alondra la más grande 🇪🇨
Que el pueblo reciva las cocinas, pero esperamos que sean persona de bajisimo recursos
OJO CON EL TSE Y TCE. ....... $$$$$$$$$$$$
Feliz año nuevo
No entiendo como si hubo una autoridad del ecuador que pudo destituir a Abdalá Bucaram y no haya autoridad en ecuador para destituir a noboa......
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Noboa no es interino😏😏 fue elegido por el pueblo y quiera o no tiene que pedir licencia, lean muy bien las leyes 😡😡😡😡👎👎🇪🇨🇪🇨🇪🇨❤️
ALONDRA. Si iLA VICE está de vacaciones y no quieren que le reemplace al presi con enfermedad mental, EN LA LEY ESTABLECE QUE LA PRESIDENTA DE LA ASAMBLEA O QUIEN LE REEMPLACE SERÁ EL O LA PRESIDENT@
Estos no tienen berguensa
Hubo programa!!! 😮😮😮😱😱😱
LUISA, PRESIDENTA.
Correcto y se hizo la reforma ar.96
0
Poor favor
Es reelección,y estos corruptos,no quieren respetar las reglas
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
Las leyes y constitución ecuatorianas son elásticas , para los políticos de derecha y cualquier delincuente de corbata , porque las estiran o contraen a conveniencia del que tenga más fuerza bruta o armas .
En las urnas No más Noboa y su gabinete de ineptos.
Novoa está Rompiendo el Hilo Constitucional.
Y no los declaró Noboa como héroes Nacionales!?? Definitivamente dicen y se desdicen!! Eso dice mucho!!
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
NOBOA ESTA MAS CAGADO COMO PALO DE GALLINERO IGUAL QUE LOS DEL CNE
Querida Alondra deja a los troles que digan lo que les de la gana igual que el ministro Cortisona que se mueran de corajeque los buenos y Correistas somos mas
Luisa Presidenta ❤️❤️❤️❤️❤️❤️🥂🥂💙💙💙💙💙💙💙💙🇪🇨🇪🇨🇪🇨🇪🇨🇪🇨🇪🇨
Al precidente si hay que darle mucho respecto... pero a los niños si se les acuso de delincuentes, los desparecieron y ensima los calsinaron. de que respeto habla este ministro?
Saludos desde CDMX 🇲🇽 soy mexicano y tengo una pregunta ¿Acaso no hay ninguna autoridad en ecuador que pare al presidente inútil de noboa???
Porque no pude ser que el que juro respetar y hacer respetar la constitución del ecuador se el primero en destrozarlo
No entiendo que si hubo una autoridad en ecuador para destituir del cargo de presidente del ecuador como fue el caso de Abdalá Bucaram y sigan permitiendo que noboa Siga limpiándose el trasero con la constitución del ecuador
Es que por desgracia quienes deben cuidar que sé respete la constitución qué son los militares
Ellos también están en ésa onda corrupta..estamos aguantando pues está cerca una nueva elección
Y a la vez esperamos que esté piedra..de no ser así..nosotros el pueblo lo mandaremos roto el culo a patadas
Pasa que el presidente se ha tomado la corte suprema de justicia, tribunal electoral, concejo electoral y de remate la fiscalia general del Estado y la Contraloría General del estado párese que todos están corruptos y los ha de tener chantajeados Noboa
@@Piedadguaman-u9k tal vez tenga razón ya que veo que las autoridades del ecuador no hacen absolutamente nada concreto para para a ese inútil de noboa y lo único que hace es limpiarse el trasero con la constitución del ecuador y de los ecuatorianos
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
En que fiesta esta este Jose De La Gasca. Cuanto le pagaran para hablar asi?
Sinceramente no tengo recursos economicos, estoy en la ruina o si no encantado estaria apoyandolos. Mil disculpas 🙏🙏
QUERIDA ALONDRA, EL CARTÓN NO NECESITA PEDIR LICENCIA PARA HACER CAMPAÑA, EL YA HA HECHO CAMPAÑA TODO EL AÑO.... ATROPELLO A EMBAJADA, BORRACHERAS, ABUSO CON LA VICEPRESIDENTA, INEPTITUD TOTAL CON LA ENERGÍA...ESO Y MUCHO MÁS SON SUS FAMOSAS OBRAS , Y TODOS ESTAMOS CONSIENTES DE ESO. ENTONCES QUE CAMPAÑA PUEDE HACER, Y PARA QUE.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.
FUDRZA ALONDRA.
Si Noboa no quiere pedir licencia para que Abad no lo reemplace para qué tienen que nombrar a otra Vicepresidenta si esta no va a reemplazar al susodicho.
Ecuador atraviesa una fase oscura bajo la presidencia de Daniel Noboa. Hijo del hombre más rico del país y cinco veces aspirante presidencial Álvaro Noboa, el mandatario ha llevado al extremo la agenda neoliberal impulsada por sus antecesores Lenín Moreno y Guillermo Lasso: endeudamiento con el FMI, recorte del gasto social, sumisión ante Washington -incluida la entrega de uno de los mayores tesoros ecológicos del planeta para que la use como base militar- y manipulación de la inseguridad como pretexto para instaurar un régimen militar-policíaco de represión compulsiva y conculcación de los derechos humanos.
El próximo miércoles se cumple un año del estado de excepción que Noboa ha renovado hasta volverlo permanente, en el marco del cual se encuentran suspendidas la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia y se han instaurado constantes toques de queda en siete provincias. El 8 de enero marca también el aniversario de la declaratoria de conflicto armado interno y de la clasificación de las bandas delictivas como grupos terroristas y actores beligerantes no estatales. En estos 12 meses de guerra, no se ha presentado ningún avance en la disminución de la violencia ni en la reducción del poderío criminal -como el propio gobierno de ultraderecha reconoció al extender el estado de excepción- y, en cambio, se ha provocado un serio deterioro en los derechos humanos.
Poco antes del fatídico aniversario, tuvo lugar la dolorosa confirmación del verdadero significado de la libertad de acción que Noboa otorgó a las Fuerzas Armadas: el 8 de diciembre de 2024, Ismael y Josué Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, fueron levantados por 16 soldados mientras jugaban futbol en el barrio Las Malvinas de la ciudad de Guayaquil. Pese a las denuncias de los padres, la fiscalía pasó 13 días sin iniciar las diligencias debidas. Cuando estalló el escándalo mediático, Noboa y sus funcionarios culparon al crimen organizado, versión desmentida rápidamente por la divulgación de grabaciones de cámaras de seguridad donde se aprecia sin lugar a dudas que los secuestradores eran uniformados. La respuesta oficial consistió en decir que era muy pronto para hablar de desaparición forzada. El 24 de diciembre, los cuerpos de los cuatro adolescentes aparecieron incinerados, con señales de tortura, desfigurados y mutilados. Se les encontró en las inmediaciones de un edificio militar. Incluso entonces, las autoridades negaron que se tratase de una ejecución extrajudicial. El juez a cargo del caso ya presentó ese cargo contra los elementos detenidos.
Tras el feriado de Año Nuevo, el ministerio de Gobierno desligó las muertes de la desaparición forzada perpetrada por los soldados y apeló al manido recurso retórico de las manzanas podridas para eximir a las fuerzas armadas de responsabilidad en el caso. En su primer acto público del año, Noboa continuó con su campaña electoral como si nada hubiese ocurrido y, lejos de reconocer los saldos fatídicos de su guerra, dijo que ésta no es sólo contra el crimen, sino contra el pasado, contra la gente que no quiere que la familia ecuatoriana progrese, en alusión a la administración de centro-izquierda de Rafael Correa (2007-2017), durante la cual no hubo ni la violencia, ni la crisis energética ni el empobrecimiento de las mayorías que iniciaron con el giro neoliberal del traidor Lenín Moreno.
Mediante la doctrina del conflicto armado interno, Noboa convirtió a sus conciudadanos en enemigos a los que no debe arrestarse ni procesarse conforme a derecho, sino quienes deben ser aniquilados y cuyas muertes se presentan como macabros trofeos de los presuntos triunfos gubernamentales. En esta lógica, se acusa a todas las víctimas de nexos criminales sin prueba alguna y se celebra a los mandos civiles y castrenses que debieran ser sancionados por crímenes de Estado. El pueblo ecuatoriano tendrá una oportunidad para emprender un nuevo rumbo en las elecciones de febrero próximo, y cabe desear que la mayoría se decante por construir la paz, no por perpetuar la guerra.