CASTILLO DE CALATAÑAZOR - SORIA

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  • เผยแพร่เมื่อ 28 พ.ย. 2020
  • La belleza de la provincia de Soria nos sigue cautivando. En su recorrido pasamos por Tierra del Burgo, comarca intensamente marcada por la Edad Media, y en dicha comarca nos detuvimos en Calatañazor, arropado por el río Milanos, sonoro nombre que delata lugar privilegiado en la historia de la Reconquista. Entre leyendas y realidades, desde sus medievales muros, el Valle de la Sangre sigue recordando el ardor guerrero de cristianos y musulmanes.
    Calatañazor, cuya toponimia deriva del árabe Qalat al-Nusur o Castillo del Azor (una especie de rapaz), se encuentra en un alto al pie del río Milanos, cuya hoz hace de muralla natural en el sureste. El resto del recinto está amurallado. Y es precisamente por la pequeña puerta de esta muralla por donde iniciamos las imágenes de este acogedor pueblo medieval.
    Calatañazor es, por tanto, una población fortificada. Las murallas originarias datan del siglo XII y alcanzaba en algunos tramos los 18 m de grosor. Observamos que este pueblo, que en 2019 albergaba a 51 habitantes, es un municipio que aún conserva perfectamente su carácter medieval, con su calle Mayor. Sus empinadas calles de trazado medieval , sus casas de piedra, adobe y madera de enebro, y chimeneas cónicas, forma un conjunto armónico de gran belleza.
    El origen de la población de Calatañazor no es árabe. Su historia se remonta a época ibérica, aunque en otra ubicación situada a un kilómetro al suroeste, en el Cerro de los Castejones, sitio arqueológico poblado desde el siglo II a.C. hasta el V d.C., y que se corresponde a la ciudad arévaca de Voluce. Es probable que con la invasión visigoda (y tras soportar toda la época romana) la población se asentara ya en el cerro que corresponde a la actual Calatañazor.
    Con el dominio musulmán, Calatañazor se convirtió en una de las fortalezas que cubrían la frontera del emirato y el califato con el reino cristiano. Y de esta época es el hecho que más famoso ha hecho a este pueblo: la legendaria batalla de Calatañazor, supuestamente acaecida en el 1002, en la que Almanzor fue derrotado, perdiendo su tambor (alegría), muriendo poco después en Bordecorex y ser enterrado en Medinaceli. Actualmente, los historiadores niegan la existencia de esta batalla.
    Realizamos un suave recorrido longitudinal por Calatañazor, con sus murallas, y apreciamos entre su humilde caserío la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Castillo, del siglo XVI, con porciones de la anterior románica de los siglos XI y XII, y cuenta con un pequeño museo local.
    Al final del pueblo observamos el castillo de Calatañazor. Este castillo fue mandado construir por el infante D. Pedro como parte del sistema defensivo de la corona real contra los infantes de la Cerda, en un momento de inestabilidad política y social del siglo XIV. Se localiza al suroeste de la villa amurallada, de la que se separa por un foso artificial cuyo desnivel se salvaba mediante un puente levadizo.
    El interior del castillo tiene planta irregular adaptada al terreno y sus esquinas se rematan con torreones y torres cuadrangulares. Destaca la torre del homenaje, rectangular, con entrada elevada, y el patio de armas.
    Cuando perdió su función militar se le añadió un cuerpo doméstico del que solo se conserva un paredón. Durante la Edad Media estuvo vinculado al linaje de los Padilla, señores de Calatañazor.
    En el siglo XVII pasó a la casa de los duques de Medinaceli y posteriormente al marqués de Feria.
    El castillo, como podemos comprobar, se encuentra en estado de ruina consolidada. Sobreviven algunos lienzos y parte de la torre del homenaje, de mampostería y sillería de refuerzo en las esquinas. Quedan restos de aparejo árabe y un ventanal gótico. Resisten en pie dos cubos y varios tambores de la muralla circundante.
    La panorámica de este lugar es preciosa. Con una mañana muy nublada, una ingente cantidad de pájaros que nos acompañaban y olor a historia, observamos la población con sus murallas, los restos del castillo, el gran sabinar que puebla este término municipal y la sencilla y bella ermita románica, extramuros, de la Soledad.
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