Muchísimas gracias por compartirlo. Me encantaba este programa y me agrada ver que también comentaron esta película en su momento. Yo era más de las clásicas españolas y las de Hollywood, pero esta noche he visto esta película y me gustó mucho. Saludos.
Ozu vuelve a recurrir a uno de los temas más viejos de su cine, la acelerada evolución de la civilización, mostrándolo a través de la horrorizada pero inevitablemente fascinada mirada de los Hirayama, gentes sencillas a las que la edad no les permite acostumbrarse a una jungla de edificios como es la Tokyo capitalista de la reconstrucción, un monstruo con vida propia donde el triunfo personal es algo imposible, donde la vida fácil corrompe a las nuevas generaciones y donde la actividad laboral ha abierto una brecha de insatisfacción e incomunicación en el seno del hogar, donde el respeto y la unión familiar brillan por su ausencia (unión que se logrará finalmente a través de un hecho trágico). La conversación en el bar entre Shukichi y su antiguo amigo revelará de manera demoledora las miserias que el progreso y la vida de ciudad provoca en las personas, en las generaciones ("Hoy hay hijos a los que no les importaría matar a sus padres"); la relación entre los ancianos y sus hijos será otro claro ejemplo de la amarga y pesimista aunque resignada visión planteada. Shukichi y Tomi actúan con paciencia y benevolencia ante el aluvión de cambios que han sufrido Koichi y Shige, dominados por un comportamiento interesado y malicioso ("Son sólo unos amigos del campo", dice ésta a las clientas del salón de belleza), el cual repugnará sobremanera a la joven Kyoko. El director incluso niega a los Hirayama la oportunidad de transmisión con sus nietos, rebeldes, contestatarios, adaptados a una peligrosa "occidentalización" y al rechazo de sus tradiciones; los recuerdos, la melancolía y la nostalgia de una vida más sencilla y noble que ya se fue están presentes en casi todas las conversaciones de los dos protagonistas, entre ellos y con sus coetáneos. La modernidad y el conservadurismo también se verán enfrentados en Noriko (que ha ocupado muchos films de Ozu); mujer soltera, trabajadora, contraria al matrimonio, algo incomprensible y sin duda triste para Tomi. El estilo de Ozu se mantiene intacto (planos "tatami"; cámara situada entre los actores, casi todo el tiempo enfocados de frente y hablando "hacia nosotros", lo que nos hace partícipes de la conversación; poética radiografía del espacio con una parsimonia y sutileza abrumadoras, que acompaña la preciosa música de Kojun Saito, haciendo hincapié en las dos caras de la sociedad; un particular uso de la carga dramática siempre evitando las situaciones y clímax, más propias del melodrama, y mostrándola a través de diálogos o la reacción de los personajes). Entre tanto, dichos personajes son vividos con gran intensidad por sus maravillosos intérpretes, que sienten más que actúan, sobresaliendo entre ellos la pareja compuesta por Chishu Ryu y Chieko Higashiyama, Hisao Toake, una Haruko Sugimura del todo detestable y la preciosa Setsuko Hara (quizás no hubo actriz japonesa más bella), que interpretó para Ozu por tercera vez a una Noriko con prácticamente las mismas características e ideas. A punto de perderse tras finalizar su rodaje cuando el negativo original se quemó en un incendio en el laboratorio, "Cuentos de Tokyo", quintaesencia del cine de Ozu, compendio de su maestría y poseedora de momentos que le atraviesan a uno el corazón, no hay que verla únicamente...hay que vivirla y sentirla, pues es tan real como la vida misma. Su influencia ha llegado a numerosos cineastas y obras, tanto japonesas como occidentales. Por supuesto tengo que decir que el aclamado "remake" dirigido por Yoji Yamada en 2.013, "Una Familia de Tokyo", para mí no existe en absoluto.
Muchísimas gracias por compartirlo. Me encantaba este programa y me agrada ver que también comentaron esta película en su momento.
Yo era más de las clásicas españolas y las de Hollywood, pero esta noche he visto esta película y me gustó mucho. Saludos.
Ozu vuelve a recurrir a uno de los temas más viejos de su cine, la acelerada evolución de la civilización, mostrándolo a través de la horrorizada pero inevitablemente fascinada mirada de los Hirayama, gentes sencillas a las que la edad no les permite acostumbrarse a una jungla de edificios como es la Tokyo capitalista de la reconstrucción, un monstruo con vida propia donde el triunfo personal es algo imposible, donde la vida fácil corrompe a las nuevas generaciones y donde la actividad laboral ha abierto una brecha de insatisfacción e incomunicación en el seno del hogar, donde el respeto y la unión familiar brillan por su ausencia (unión que se logrará finalmente a través de un hecho trágico).
La conversación en el bar entre Shukichi y su antiguo amigo revelará de manera demoledora las miserias que el progreso y la vida de ciudad provoca en las personas, en las generaciones ("Hoy hay hijos a los que no les importaría matar a sus padres"); la relación entre los ancianos y sus hijos será otro claro ejemplo de la amarga y pesimista aunque resignada visión planteada. Shukichi y Tomi actúan con paciencia y benevolencia ante el aluvión de cambios que han sufrido Koichi y Shige, dominados por un comportamiento interesado y malicioso ("Son sólo unos amigos del campo", dice ésta a las clientas del salón de belleza), el cual repugnará sobremanera a la joven Kyoko.
El director incluso niega a los Hirayama la oportunidad de transmisión con sus nietos, rebeldes, contestatarios, adaptados a una peligrosa "occidentalización" y al rechazo de sus tradiciones; los recuerdos, la melancolía y la nostalgia de una vida más sencilla y noble que ya se fue están presentes en casi todas las conversaciones de los dos protagonistas, entre ellos y con sus coetáneos. La modernidad y el conservadurismo también se verán enfrentados en Noriko (que ha ocupado muchos films de Ozu); mujer soltera, trabajadora, contraria al matrimonio, algo incomprensible y sin duda triste para Tomi.
El estilo de Ozu se mantiene intacto (planos "tatami"; cámara situada entre los actores, casi todo el tiempo enfocados de frente y hablando "hacia nosotros", lo que nos hace partícipes de la conversación; poética radiografía del espacio con una parsimonia y sutileza abrumadoras, que acompaña la preciosa música de Kojun Saito, haciendo hincapié en las dos caras de la sociedad; un particular uso de la carga dramática siempre evitando las situaciones y clímax, más propias del melodrama, y mostrándola a través de diálogos o la reacción de los personajes).
Entre tanto, dichos personajes son vividos con gran intensidad por sus maravillosos intérpretes, que sienten más que actúan, sobresaliendo entre ellos la pareja compuesta por Chishu Ryu y Chieko Higashiyama, Hisao Toake, una Haruko Sugimura del todo detestable y la preciosa Setsuko Hara (quizás no hubo actriz japonesa más bella), que interpretó para Ozu por tercera vez a una Noriko con prácticamente las mismas características e ideas.
A punto de perderse tras finalizar su rodaje cuando el negativo original se quemó en un incendio en el laboratorio, "Cuentos de Tokyo", quintaesencia del cine de Ozu, compendio de su maestría y poseedora de momentos que le atraviesan a uno el corazón, no hay que verla únicamente...hay que vivirla y sentirla, pues es tan real como la vida misma.
Su influencia ha llegado a numerosos cineastas y obras, tanto japonesas como occidentales. Por supuesto tengo que decir que el aclamado "remake" dirigido por Yoji Yamada en 2.013, "Una Familia de Tokyo", para mí no existe en absoluto.
Gracias Paco Silva por subir éste video👏👏👏👏👏
Me suscribo solo por este video!
No
Gracias por subirlo. Arigato.
Gracias, Mercy, Thanks, Danke!
excelente aporte!!!
No está completoooooo