Juan Ramón Jiménez 7 mejores poemas
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- เผยแพร่เมื่อ 26 พ.ย. 2024
- Contiene:
00:03 Yo no soy yo
00:29 La transparencia, Dios, la transparencia
02:32 Y yo me iré - El viaje definitivo
03:37 Rosa íntima
05:19 La carbonerilla quemada
07:10 Hombres en flor
08:31 Octubre
Poesía, cuentos y narraciones en la voz de Tomás Galindo.
¡¡¡ Gracias !!! 🎀
¡¡¡Gracias!!! ☆☆☆☆☆
Genial expresión de lirismo
MÍ PRIMER POETA Y MÍ PRIMER LIBRO JUAN RAMÓN JIIMENEZ ❤️ MUY HERMOSA RECITACIÓN ❤️ SALUDOS CORDIALES DESDE ARGENTINA 🇦🇷🇦🇷🇦🇷 A MÍ ME ENCANTÓ ❤️
💙📃🖊️📃🖊️😍
Y yo me iré.....
Sín Juan Ramón no habría generación del 27,no habría García Lorca ni Rafael Alberti,no habría Cernuda ni Guillén .Faltaría buena parte de la mejor España,no sería igual,no sería lo mismo.Inmenso poeta.
I. Yo no soy yo
Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.
II. La transparencia, Dios, la transparencia
Dios del venir, te siento entre mis manos,
aquí estás enredado conmigo, en lucha hermosa
de amor, lo mismo
que un fuego con su aire.
No eres mi redentor, ni eres mi ejemplo,
ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano;
eres igual y uno, eres distinto y todo;
eres dios de lo hermoso conseguido,
conciencia mía de lo hermoso.
Yo nada tengo que purgar.
Toda mi impedimenta
no es sino fundación para este hoy
en que, al fin, te deseo;
porque estás ya en mi lado
en mi eléctrica zona,
como está en el amor el amor lleno.
Tú, esencia, eres conciencia; mi conciencia
y la de otros, la de todos
con forma suma de conciencia;
que la esencia es lo sumo,
es la forma suprema conseguible,
y tu esencia está en mí, como mi forma.
Todos mis moldes, llenos
estuvieron de ti; pero tú, ahora,
no tienes molde, estás sin molde; eres la gracia
que no admite sostén,
que no admite corona,
que corona y sostiene siendo ingrave.
Eres la gracia libre,
la gloria del gustar, la eterna simpatía,
el gozo del temblor, la luminaria
del clariver, el fondo del amor,
el horizonte que no quita nada;
la transparencia, dios la transparencia,
el uno al fin, dios ahora sólito en el uno mío,
en el mundo que yo por ti y para ti he creado.
III. Y yo me iré - El viaje definitivo
…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostálgico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.
IV. Rosa íntima
Todas las rosas son la misma rosa,
amor, la única rosa.
Y todo queda contenido en ella,
breve imagen del mundo,
¡amor!, la única rosa.
Rosa, la rosa… Pero aquella rosa…
La primavera vuelve
con la rosa
grana, rosa amarilla, blanca, grana;
y todos se embriagan con la rosa,
la rosa igual a la otra rosa.
¿Igual es una rosa que otra rosa?
¿Todas las rosas son la misma rosa?
Sí. Pero aquella rosa…
La rosa que se aísla en una mano,
que se huele hasta el fondo de ella y uno,
la rosa para el seno del amor,
para la boca del amor y el alma,
…Y para el alma era aquella rosa
que se escondía, dulce entre las rosas,
y que una tarde ya no se vio más.
¿De qué amarillo aquella fresca rosa?
Todo, de rosa en rosa, loco vive,
la luz, el ala, el aire,
la honda y la mujer,
y el hombre, y la mujer y el hombre.
La rosa pende, bella
y delicada, para todos,
su cuerpo sin penumbra y sin secreto,
a un tiempo lleno y suave,
íntimo y evidente, ardiente y dulce.
Esta rosa, esa rosa, la otra rosa…
Sí. Pero aquella rosa…
V. La carbonerilla quemada
En la siesta de julio, ascua violenta y ciega,
prendió el horno las ropas de la niña. La arena
quemaba cual con fiebre; dolían las cigarras;
el cielo era igual que de plata calcinada.
...Con la tarde, volvió - ¡anda, potro! - la madre.
El pinar se reía. El cielo era de esmalte
violeta. La brisa renovaba la vida...
La niña, rosa y negra, moría en carne viva.
Todo le lastimaba. El roce de los besos,
el roce de los ojos, el aire alegre y bello:
-«Mare, me jeché arena zobre la quemaúra.
Te yamé, te yamé dejde er camino... ¡Nunca
ejtubo ejto tan zolo! Laj yama me comían,
mare, y yo te yamaba, y tú nunca benía!»
Por el camino - ¡largo! - sobre el potrillo rojo,
murió la niña. Abiertos, espantados, sus ojos
eran como raíces secas de las estrellas.
La brisa jugueteaba, ensombrecida y fresca.
Corría el agua por el lado del camino.
Ondulaba la yerba. Trotaban los pollinos,
oyendo ya los gritos de los niños del pueblo...
Dios estaba bañándose en su azul de luceros.
VI. Hombres en flor
Hombres en flor -corbatas variadas, primores
de domingo-: mi alma ¿qué es ante vuestro traje?
Jueces de paz, peritos agrícolas, doctores,
perdonad a este humilde ruiseñor del paisaje.
Yo no quisiera molestaros nunca, cantando...
Ved: este ramo blanco de rosas del ensueño
puede hacer una música melancólica, cuando
sonreís con los labios; pero yo no os desdeño.
¿Qué es mi voz ante vuestra decorada levita?
¿Vale, acaso, la pena una triste sonata
que achica las orejas; o una estrella marchita
que volara, qué es para vuestra corbata?
¡Y tú, ruiseñor mío, endulza tu tristeza,
enciérrate en tu selva, florécete y olvida,
sé igual que un muerto, y dile, llorando, a la belleza
que has sido como un huérfano en medio de la vida!
VII. Octubre
Estaba echado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.
Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno,
a ver si con partirlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.
Mejor hagamos las pases.....
qué horror de locución