Nefi obtiene los anales sagrados | 1 Nefi

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  • เผยแพร่เมื่อ 5 ต.ค. 2024
  • Nefi y Zoram llevan las planchas de bronce del tesoro de Labán hasta donde los hermanos de Nefi aguardan.
    Encubierto como Labán, incluso vistiendo su ropa, Nefi enlista la ayuda insospechada del siervo de Labán, Zoram. Juntos quitan las planchas de bronce del tesoro de Labán y las llevan fuera de los muros de Jerusalén, donde los hermanos de Nefi aguarda su regreso. Zoram hace un juramento de lealtad a la familia y todos vuelven a Lehi y Saríah en el desierto.
    Basado en 1 Nefi 4:20-38:
    20 Y cuando hube hecho todo esto, me dirigí al lugar donde se hallaba el tesoro de Labán. Y al acercarme a ese sitio, encontré al siervo de Labán que guardaba las llaves del tesoro, e imitando la voz de su amo, le mandé que me acompañara al lugar del tesoro.
    21 Y él supuso que yo era su amo Labán, pues vio la ropa y también la espada ceñida a mi cintura.
    22 Y me habló concerniente a los ancianos de los judíos, porque sabía que su amo Labán había estado entre ellos durante la noche.
    23 Y le hablé como si yo hubiese sido Labán.
    24 Y también le dije que yo tenía que llevar los grabados, que estaban sobre las planchas de bronce, a mis hermanos mayores que se hallaban del otro lado de las murallas.
    25 Y también le mandé que me siguiera.
    26 Y creyendo él que me refería a los hermanos de la iglesia, y que era en verdad Labán, a quien yo había matado, me siguió.
    27 Y me habló muchas veces acerca de los ancianos de los judíos, mientras me dirigía hacia donde estaban mis hermanos fuera de las murallas.
    28 Y aconteció que cuando Lamán me vio, se asustó en extremo, lo mismo que Lemuel y Sam; y huyeron de mi presencia, porque creían que era Labán, y que me había quitado la vida, e iba a matarlos también a ellos.
    29 Y aconteció que los llamé, y ellos me oyeron; por tanto, cesaron de huir de mi presencia.
    30 Y cuando el siervo de Labán vio a mis hermanos, empezó a temblar, y estaba a punto de huir de mí y volver a la ciudad de Jerusalén.
    31 Y yo, Nefi, siendo un hombre grande de estatura, y habiendo recibido mucha fuerza del Señor, prendí al siervo de Labán y lo detuve para que no se escapara.
    32 Y sucedió que le dije que si quería escuchar mis palabras, así como vive el Señor, y como vivo yo, que si prestaba atención a nuestras palabras, le perdonaríamos la vida.
    33 Y le hablé, sí, le hice juramento de que no tenía por qué temer; que sería libre como nosotros si descendía con nosotros al desierto.
    34 Y también le dije: Ciertamente el Señor nos ha mandado hacer esto; y, ¿no debemos ser diligentes en guardar los mandamientos del Señor? Por lo tanto, si desciendes al desierto adonde está mi padre, habrá lugar para ti entre nosotros.
    35 Y sucedió que Zoram cobró ánimo al oír las palabras que le hablé. Ahora bien, Zoram era el nombre de este siervo; y prometió que descendería al desierto adonde estaba nuestro padre. Sí, y también nos hizo juramento de que permanecería desde entonces con nosotros.
    36 Ahora bien, deseábamos que permaneciera con nosotros por esta razón: que los judíos no supieran de nuestra huida al desierto, no fuera que nos persiguieran y nos destruyeran.
    37 Y aconteció que cuando Zoram se juramentó, cesaron nuestros temores con respecto a él.
    38 Y sucedió que tomamos las planchas de bronce y al siervo de Labán, y partimos para el desierto y viajamos hacia la tienda de nuestro padre.

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