Cuando hablamos de liderar estamos hablando de que un líder, como primera medida, tenga el control de su vida. Esto sugiere que debe esforzarse por cuidar su espíritu, su cuerpo, su mente, sus principios, sus relaciones y todo lo que tenga que ver con su círculo de influencia, el cual debe agrandarse día a día.
Ser feliz, encontrar la felicidad y tratar de hacer feliz a los demás, es una responsabilidad del líder y como nunca antes en la historia, las investigaciones que se han hecho al respecto en el campo de la Psicología Positiva, generaron muchas conclusiones importantes.
Contar con una actitud positiva y optimista es el elemento capital de todo líder para lograr resultados trascendentes. Debe generar satisfacción laboral para él y sus colaboradores constantemente. Obra como factor poderoso intrínseco y extrínseco hacia el logro de metas ambiciosas. Además le permite adaptarse fácilmente a situaciones cambiantes en vez de apegarse y sufrir por tener que migrar de su fosilizada zona de confort.
Todo liderazgo debe convertirse en la zona que irradia felicidad hacia todos aquellos con quien hace contacto. Felicidad y ética van de la mano, ya que deben ser garantizados en toda estructura que esté dispuesta a lograr cambios de alto impacto. Trabajar para contar con colaboradores felices implicará mayor productividad, mayor innovación y mejores resultados. Estadísticas confirman que estas personas se enferman menos y perduran mucho más que el promedio en sus empresas.
Como inspiradores de un nuevo modelo de aprendizaje en lo que a comunicación de visiones se refiere, debemos transformar este clima laboral tedioso que se ha instalado en todas las empresas, repleto de decisiones y ordenes lógicas, racionales y complejas.
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