POR QUÉ VOLVIMOS A LA CALLE ESTE VIERNES 26 DE AGOSTO
En Los Andes estamos acostumbrados a los episodios de violencia. La represión policial, las humillaciones constantes en los operativos durante los partidos, las internas de la tribuna y los mil y un problemas que muchas veces nos dejaron sin ver al equipo. Hasta tuvimos que ir empadronarnos a una comisaría para poder entrar a la cancha. Esta situación nos persigue como un estigma y daña la imagen del club. No es algo nuevo.
Sin embargo, lo que está sucediendo ahora tiene características particulares y es mucho más grave todavía. Padecemos una violencia minuciosamente planeada, dirigida contra los hinchas que simplemente ejercen su derecho a expresarse. Una comisión ilégitima en coordinación con “grupos de tareas” (no querríamos usar esta expresión, pero se la acerca bastante) para amenazar y agredir físicamente a las personas. El corolario fue la decisión de expulsarnos de la cancha para ver los partidos de nuestro equipo. Es una violencia institucional, organizada y sistemática.
Lo peor (si puede haber algo peor) es que estas conductas son avaladas por la autoridades que sostienen políticamente a la gestión de facto; como mínimo haciendo la vista gorda pero también a través de la acción utilizando recursos públicos para deplegar desproporcionados operativos policiales en las movilizaciones pacíficas para reclamar que Los Andes vuelva a manos de sus dueños verdaderos, las socias y los socios, que son quienes tienen que decidir sobre su futuro.
Por eso planteamos que esta situación excede al club y al fútbol. Es algo mucho más serio. Es un problema de ejercicio de los derechos y las libertades personales. Lo que está en discusión es, directamente, la democracia.
Esto no cambia con los resultados deportivos, que nos entristecen cuando no se dan y nos alegran e ilusionan cuando son a favor. No vamos a tolerar estas prácticas de violencia y por eso llamamos a todos los espacios institucionales del club con los que compartimos esta idea a seguir movilizados como hasta ahora. Y a todos los sectores que intrervienen en la política del municipio o de otros ámbitos de la política a comprender de una vez por todas qué es lo que está pasando en Los Andes.
Estar en contra de la gente y proteger a quienes la someten a través de la fuerza, la violencia y el patoterismo es no entender nada. Ni de la poítica, ni de la vida, ni de lo que son capaces las personas de bien por el amor por los colores. Es triste soberbia y una confianza temeraria en la impunidad.
Todo termina.
Salvemos a Los Andes