Cuando Tauro te elimina de su vida sin previo aviso, es como si la tierra misma se partiera en dos y el puente que una vez conectaba ambos extremos desapareciera en un abismo insondable. No hay advertencias, no hay señales previas, no hay espacio para la reconsideración. Simplemente un día despiertas y ese ser firme, leal y aparentemente inquebrantable que antes estaba ahí, ya no lo está. Es el fin de un ciclo que, aunque invisible para el otro, llevaba tiempo fraguándose en lo más profundo de su ser.
Tauro no es de los que cortan lazos por impulsos momentáneos o arranques de ira. Su paciencia es legendaria, su aguante casi inhumano y su disposición al perdón mucho mayor de lo que la gente cree. Sin embargo, cuando decide apartar a alguien de su vida, lo hace con la misma determinación con la que la naturaleza derrumba montañas o desata tormentas imparables. No es una decisión tomada a la ligera ni una rabieta pasajera; es el resultado de una acumulación silenciosa de decepciones, heridas y desilusiones que, como un dique a punto de reventar, finalmente ceden ante la presión.
El proceso de desvinculación de Tauro es minucioso, casi quirúrgico. Puede que un día notes que su atención ya no es la misma, que sus respuestas son más frías, más cortantes, más medidas. Lo que antes era un refugio de calidez se convierte en una pared infranqueable de hielo y distancia. Pero para cuando percibas estos cambios, la decisión ya está tomada. No importa cuánto supliques, cuánto expliques, cuánto intentes enmendar los errores del pasado: cuando Tauro cierra una puerta, lo hace con llave, la refuerza con cadenas y la cubre con un muro de piedra que no permitirá que nadie la derribe jamás.
No es rencor lo que lo mueve, ni odio, ni venganza. Es simplemente un instinto de autopreservación. Tauro es un signo de tierra, regido por Venus, y aunque ama profundamente, también sabe protegerse con la misma intensidad. Para él, la confianza es sagrada, y cuando alguien la traiciona, incluso en los términos más sutiles, la conexión se deteriora de manera irreversible. No es que no pueda perdonar, es que no ve sentido en seguir regando un jardín envenenado. Prefiere alejarse en silencio antes que enredarse en disputas interminables o en explicaciones que ya no le importan.
El vacío que deja tras de sí es brutal. Porque cuando Tauro te quiso, lo hizo de verdad. No jugó con medias tintas ni con amores efímeros. Fue un pilar, un refugio, una constante en un mundo incierto. Pero cuando se va, se lleva consigo toda esa estabilidad, toda esa seguridad, toda esa ternura envuelta en una coraza de determinación inquebrantable. Y entonces, quien fue eliminado de su vida comprende demasiado tarde la magnitud de lo que perdió.