NOVELITA LÉSBICA DE CRÍMEN: En una noche estrellada, Alexia y Miranda, dos hábiles ladronas, planean un audaz robo en la suite presidencial de un magnate corrupto. Con un botín de 300 millones de dólares en billetes sin rastreo, logran escapar en un helicóptero justo antes de que las alarmas se activen. Tras su éxito, celebran en un yate, disfrutando de su fortuna y de su amor, preparándose para nuevas aventuras. La ciudad queda en la oscuridad, ignorando lo que ha perdido.
La ciudad brillaba como un diamante bajo la noche. Desde la cima del rascacielos más alto, Alexia y Miranda observaban las luces de la metrópoli, pero no estaban ahí por la vista.
A solo unos pisos debajo de ellas, dentro de una bóveda secreta en la suite presidencial de un magnate corrupto, estaban 300 millones de dólares en billetes sin rastreo. Y esa noche, esos millones cambiarían de dueñas.
Alexia, vestida con un traje negro ajustado, revisó su arnés de seguridad. -Nos quedan diez minutos antes de que las alarmas de la bóveda se reactiven.
Miranda, con su cabello recogido y una pistola tranquilizante en la cintura, sonrió mientras ajustaba la cuerda de rapel. -Necesitamos solo cinco.
Ambas descendieron desde la azotea en una maniobra perfecta, deslizándose por los cables hasta aterrizar en el balcón de cristal de la penthouse. El plan estaba en marcha.
Dentro de la bóveda, con los billetes reflejando su triunfo, el escáner biométrico estaba hackeado, y la puerta de la bóveda se deslizó lentamente, revelando pilas de billetes de 100 dólares.
Alexia exhaló, maravillada. -Dios… Miranda la tomó por la cintura y la besó con furia. -Y ahora es todo nuestro. El beso fue corto pero intenso, con la electricidad del robo corriendo por sus venas.
-Rápido -ordenó Alexia, lanzando bolsas de lona. Llenaron cuatro enormes bolsas con fajos de dinero y se apresuraron hacia el balcón.
Pero entonces, la alarma silenciosa se activó. -¡Hora de correr! -dijo Miranda, lanzando la última bolsa al vacío, donde un helicóptero negro las esperaba flotando en el aire.
Saltaron al helicóptero justo cuando los guardias entraban en la penthouse. Alexia se acomodó en su asiento y miró las bolsas de dinero apiladas a sus pies. -300 millones. Nuestra mejor noche.
Miranda se quitó los guantes y la miró con deseo. -¿Sabés qué es lo único mejor que ser millonarias? Alexia la atrajo hacia sí y la besó de nuevo, esta vez más profundo.
Días después, en un yate en aguas internacionales, ambas estaban tumbadas en una cama rodeada de billetes. Miranda deslizó los dedos por un fajo de dólares y sonrió. -Esto nunca va a dejar de excitarme.
Alexia se inclinó y la besó lentamente, con la certeza de que esta no sería su última aventura. -Entonces prepárate, porque lo que viene es aún mejor.
Y con la luna brillando sobre el océano, desaparecieron en la noche, dejando atrás una ciudad que aún no sabía lo que había perdido.