วีดีโอ

Ciertamente nos adaptamos? O simplemente nos alineamos?

@@dialogosjulianballen Me podrías decir la definición de "alienación"? por favor

@@arturohernandez1673 implica que se pierde la estructura de significatividad con que el mundo se presenta, pero eso se relaciona con una de-potenciación de las capacidades humanas de darle sentido al mundo. "Una entrega voluntaria de la libertad"

Mucho que decir, tal vez podamos hacer un video. En tanto, mencionar que toda persona con los niveles de poder suficiente para pretender ser presidente de un país. Ha tenido que hacer ciertas cosas para adquirir dicho poder. Asi pues es menester sacarnos de la mente las ideas del bien y del mal en estos estamentos

Muchas gracias!!

El lenguaje humano es un lenguaje más entre infinidad de lenguajes que existen en el mundo de los seres vivos. Una de sus características, que lo diferencia de TODOS los otros lenguajes, es su versatilidad. Los chimpancés, con quienes compartimos más del 98 por ciento de la genética, disponen de algo más de dos docenas de fonemas en su lenguaje verbal. Cada uno de los fonemas tiene un significado. Los humanos, administrando similar número de fonemas, generamos con ellos infinidad de palabras. Disponer de un amplio lenguaje permite darle un nombre a cada elemento del medio material, como por ejemplo sucede con las palabras “piedra” o “mesa”, inventar palabras que le otorgan cualidades al objeto/sustantivo, rol que cumplen los adjetivos, y a asignarles capacidad de acción, papel que cumple el verbo. Sustantivo, adjetivo y verbo, empleados en una frase, permiten una mejor representación del segmento del correlato mental que pretende transferir el emisor del lenguaje al receptor. Adicionalmente, los humanos hemos inventado palabras que no disponen de un correlato en el mundo de la materia, como sucede por ejemplo con la palabra “ética”, cuyo correlato tiene cabida en un “mundo abstracto” al cual solo los seres humanos tienen acceso, a través del particular lenguaje que nos caracteriza. Los humanos nacemos sin disponer del significado de las palabras que de adultos empleamos. La experiencia de vida permite ir dándole significado a lo que, siendo inicialmente un sonido, adquiere luego el carácter de “palabra”. Cuando una madre pronuncia la palabra “pelota” y a la par logra que el niño fije su atención en ese objeto esférico, en el cerebro del niño tiene lugar una asociación entre el sonido que escucha y lo que sus ojos están viendo. Por cierto, dicho objeto posee varias cualidades: tiene color, tamaño, textura, etc. El cerebro del niño que por primera vez percibe una pelota y a la par escucha la palabra “pelota”, asocia (agrupaciones de neuronas simultáneamente activas) las distintas características que posee lo percibido (forma, textura, tamaño, color, etc.) con “el sonido” de la palabra “pelota”. Si la madre dispone de media docena de pelotas, de distintos tamaños, colores y texturas, y consigue que sucesivamente el menor dirija su atención a cada una de ellas al momento en que al entregársela menciona la palabra “pelota”, entonces, sucesivamente, en el cerebro del menor se activarán agrupaciones de neuronas asociadas con el color, la forma esférica, el tamaño, y el sonido escuchado. Lo común que poseen esas seis experiencias es la forma esférica de un objeto y el sonido escuchado. De la forma descrita es como el cerebro del niño realiza una discriminación entre los distintos atributos que poseen las pelotas en cuestión. En la práctica, en cada una de las seis experiencias, específicas agrupaciones de neuronas se activan para representar el color, el tamaño, la forma, etc. Lo común de las seis experiencias, es la forma esférica y el sonido de la palabra “pelota”. Una vez que se ha consolidado la asociación entre la agrupación de neuronas que representan a la palabra “pelota” y la agrupación de neuronas que representan el objeto esférico en cuestión, cuando con posterioridad el niño escuche dicha palabra, no será preciso que una pelota material forme parte de su medio material relevante para que se integre en su correlato mental del medio relevante una esfera; entonces, metafóricamente, el mono que habita en el cerebro del menor “observa” una pelota. Por cierto, el cerebro no tiene ojos para observar, ni hay un peludo mono en el cerebro del menor. En la práctica, al escuchar el niño la palabra pelota, se activan memorias que dan como resultado que se integre, en un segmento del correlato mental del medio relevante, esto es, en su Realidad del Individuo, el significado que el cerebro le asigna a dicha palabra. La capacidad para integrar en el correlato mental del medio relevante objetos o entidades que no necesariamente están presente en el medio material, la posee todo cerebro. En efecto, si bien parece ser que el cerebro de mi perro solo es capaz de administrar “realidades” sustentadas en hechos que sólo tienen cabida en el mundo de la materia, lo cierto es que cuando a mi perro le digo “gato, gato”, sale corriendo y ladrando hacia el patio, sin que necesariamente el gato que acostumbra a reposar sobre el muro que separa mi sitio del de mi vecino se encuentre allí. Cuando le dije “gato, gato”, el cerebro de mi perro incorporó, en el correlato mental de su medio relevante, al significado que su cerebro le asigna al término “gato, gato”. Tiempo atrás, estando en el patio con el perro echado frente a mis pies, me percaté que el gato del vecino caminaba sobre el borde del muro y se recostaba sobre él. Entonces me aproximé unos pasos hacia el gato, de tal forma que quedara en el campo de visión de mi perro, y al percatarme que mi perro lo vio, grité “gato, gato”. Bastó con que repitiera lo anterior en otras dos o tres oportunidades para conseguir que en lo sucesivo, cada vez que digo “gato, gato” mi perro corra hacia el patio y le ladre a un inexistente gato. El ejemplo anterior deja en claro que bajo determinadas circunstancias, y haciendo uso de lenguaje por parte de un humano, el cerebro de mi perro también puede incorporar, en el correlato mental de su medio relevante, eventos o sucesos que no necesariamente son susceptibles de ser percibidos a través de sus sentidos (que no sea a través de la palabra empleada), y que no necesariamente forman parte del mundo de la materia. Durante la vigilia, permanentemente un niño está capturando información proveniente de su medio, información que es procesada por su cerebro. Sonidos, formas, colores, palabras, texturas, sabores, acciones que realizan otras personas, etc., se integran en la Realidad del Individuo, en esa “fotografía con significado” que de alguna forma pretende representar a aquello que está sucediendo en el medio relevante del menor, en el Presente. Si bien el proceso de captura de información tiene lugar en el presente, el cerebro posee la capacidad para mantener convenientemente activadas memorias (agrupaciones de neuronas) que fueron previamente activadas vía percepción, que contienen información de segmentos del medio relevante que no están siendo percibidos en ese momento. El cerebro posee la capacidad para administrar esta información y realizar una proyección en el tiempo de los sucesos a los que alude. Así por ejemplo, si por volver mi cabeza hacia la derecha dejo de ver lo que está sucediendo a mi izquierda, no por ello deja de formar parte del correlato mental de mi medio relevante lo que dejé de percibir un momento atrás. A su vez, según se mencionó, el cerebro posee la capacidad para ir proyectando, en el tiempo, el estado de dicho segmento del medio (Proyección del Futuro). Si en el ejemplo anterior, antes de volver la cabeza hacia la derecha observé que mi perro, distante unos cien metros corría hacia mí, mi cerebro irá proyectando en el tiempo tal suceso. Si bien a medida que transcurran los segundos tal proyección irá siendo cada vez más difusa, menos certera, menos representativa de lo que está sucediendo en el mundo material, no por ello dejará de estar representado mi perro en un determinado segmento del correlato mental de mi medio relevante. Es evidente que esta “Actualización del Presente” se debe a la capacidad del cerebro para proyectar estados futuros del medio. A su vez es claro que en la Actualización del Presente que surge como consecuencia de la Proyección del Futuro, está implícito un determinado grado de incertidumbre. El cerebro es un hábil administrador de Incertidumbre. Las condiciones de un medio siempre cambiante, dan como resultado que sólo en grado variable se cumplan las expectativas que previamente el cerebro diagramó para hacer frente a lo que viene. La Proyección del Futuro constantemente está siendo actualizada por el cerebro.

En la experiencia de vida que mi perro ha ido almacenando en su cerebro, están “latentes”, como memorias no activas, las biografías de un sinnúmero de entidades con las cuales mi perro ha interactuado a lo largo de su vida. Su experiencia de vida en las cuales dichas entidades han participado, a través de su diario vivir, ha ido caracterizando a dichas entidades, generando su cerebro una suerte de utilitaria biografía de cada una de ellas. La vasta experiencia de vida de mi perro en la cual yo he participado, le permite llevar a cabo, cuando llego a casa y me percibe, una lectura bastante certera de mi estado de ánimo, lo que condiciona su accionar. En efecto, le basta una mirada para percatarse que estoy malhumorado. Entonces agacha sus orejas y se tiende en el piso, con su vista fija en mí. Si estoy de buen ánimo cuando abro la puerta, se me abalanza encima apenas me ve. Conforme a lo que percibe el perro, en su cerebro se activan convenientes memorias, que aluden a información con significado contenida en la biografía que de mi persona está almacenada en su cerebro. Tal involuntario ejercicio mental genera potenciales estados futuros del medio. Los especialistas aluden al término “Teoría de la Mente” para referirse a la capacidad de “ponerse en el lugar de”. El ejemplo de mi perro da cuenta que él también consigue un equivalente a “ponerse en mi lugar”. En los humanos tal capacidad está notoriamente más desarrollada que en los restantes seres vivos. Durante sus primeros cuatro años de vida, un niño escucha entre siete mil y veinticinco mil palabras DIARIAMENTE. Una cifra sorprendente sin duda. Si bien muchas de las palabras que escucha el niño aluden a algo que en ese momento está sucediendo en su medio material, una proporción no despreciable de ellas se refieren a elementos o eventos que no necesariamente están “contenidos” en el mundo de la materia, o de estarlo, no necesariamente forman parte de la información que capturan sus sentidos, que no sea a través del lenguaje que está escuchando. En la práctica, ello trae como consecuencia que en el niño tenga lugar una descomunal “expansión” del correlato mental del medio relevante (expansión de la Realidad del Individuo), al incorporar en él, a través del lenguaje, infinidad de segmentos que no representan cosas, sucesos, etc., que forman parte del medio material relevante del menor. Para el cerebro de un niño que escucha por décima vez el cuento de Caperucita Roja, Caperucita Roja es una entidad “muy real”, entidad que se integra en el correlato mental del medio relevante del niño a través del relato que su madre hace de ella. El niño suele interrumpir el relato de su madre para preguntarle acerca de algunos detalles. Son preguntas del tipo “¿Caperucita Roja tiene hermanos?. ¿Se come toda la comida? ¿La castigan cuando no es obediente?” etc. El hecho de que los ojos del niño no consigan ver a Caperucita Roja, ni sus oídos consigan escuchar su voz, no le impide a su cerebro “situar” a tal entidad en un segmento del correlato mental de su medio relevante. Cuando su madre le dice “Caperucita Roja se despertó, se vistió, se sentó a la mesa y se tomó el desayuno que le había preparado su mamá, consistente en una taza de leche y un pan con mermelada”, para el cerebro del niño cada uno de los eventos mencionados van sucediendo al momento en que van siendo descritos a través del lenguaje. Es claro que la docena de segundos que tarda su madre en describir lo anterior no corresponde al “tiempo real” que trascurriría entre el despertar y el terminar de tomarse el desayuno una Caperucita Roja “real”; en el mundo material, Caperucita Roja tardaría algunas decenas de minutos en llevar a cabo la sucesión de acciones descritas. En tal sentido, el lenguaje humano permite una muy particular “manipulación” del tiempo/espacio, adquiriendo -el tiempo/espacio- una maleabilidad que le otorga a la Realidad del Individuo una inédita dinámica en el tiempo/espacial. Metafóricamente, gracias al lenguaje humano, cobra alas la Realidad del Individuo, una Realidad del Individuo que hasta antes de que surgiera el lenguaje que nos caracteriza, el que data de unos doscientos veinte mil años, solo tuvo por función representar lo que estaba sucediendo, en el Presente, en el mundo de la Materia; en particular, en el medio material relevante del Individuo. No obstante, para nuestro cerebro, para nuestro inconsciente, para “el mono que nos habita”, un mono que no piensa, todo sigue sucediendo en el Presente. Tiene sentido lo anterior si consideramos que el cerebro, un invento evolutivo al servicio del muy material cuerpo del Individuo, ha tenido por función primordial, por más de quinientos millones de años, administrar las acciones de un cuerpo material que habita en un medio material. Para el cerebro de un niño de dos años que escucha el cuento de Caperucita Roja, todo está sucediendo en el Presente. Si bien con posterioridad el niño aprenderá a establecer una utilitaria distinción entre lo que los adultos llamamos fantasía de aquello que conocemos como “ficción”, y sabrá distinguir la existencia de una distancia temporal entre el pasado y el futuro, incluso para el inconsciente de un adulto todo aquello que está contenido en la Realidad del Individuo forma parte del Presente, un Presente donde, según veremos, tiene cabida la acción de una muy particular Entidad, a la que le es dado deambular en auténticos “mundos atemporales e inmateriales”, territorio vedado para el cuerpo material del individuo.

En el cerebro de un niño que es capaz de ir siguiendo el relato del mencionado cuento de Caperucita Roja, “habitan” muchas otras entidades, latentes, como memorias (conjunto de neuronas) no activas. En efecto, el cerebro del niño dispone de una biografía de sus hermanos, de sus padres y abuelos, de sus amigos, de su perro, etc. Conforme a lo que percibe el menor, se activan, convenientemente, las memorias asociadas con específicos segmentos de la biografía de dichas entidades. Entre las múltiples entidades que administra el cerebro de un niño que ya maneja convenientemente el uso del lenguaje, hay una muy especial. Me refiero a “Pedrito”. Pedrito es el nombre que le pusieron al niño, y es una entidad a la que continuamente se refieren, haciendo uso del lenguaje, quienes le rodean. “Pedrito es bueno”, “Pedrito se comió toda la comida”, “Pedrito es desordenado”, “Iremos con Pedrito mañana a la playa”, etc., etc. Si bien en muchas oportunidades el lenguaje de terceros que escucha el niño se refiere a un Pedrito que está llevando a cabo misma acción que en ese momento está realizando el cuerpo del menor, oportunidad en que el cerebro asocia la acción de la entidad Pedrito con la acción de su propio cuerpo, en otras, el lenguaje de terceros alude a un Pedrito que realizará, realizó o está realizando acciones que no se corresponden con la acción que está realizando en ese momento el cuerpo material de Pedrito. Si la frase que escucha el niño es “mañana iremos con Pedrito al parque a columpiarnos”, se integrará, “adquirirá vida”, en el correlato mental del medio relevante del niño, en ese momento, la entidad Pedrito columpiándose en el parque. En simultánea, agregará dicha acción a la biografía de la entidad Pedrito. Para el cerebro del menor, todo está sucediendo “ahora”, en el presente. Para el cerebro del menor, es la entidad Pedrito la que está columpiándose en ese momento, en algún “lugar” que no está siendo percibido por sus sentidos. El cerebro del menor no se confunde; el cerebro tiene por función primigenia administrar las acciones corporales de un muy material cuerpo, el suyo, por lo que cuando el lenguaje de terceros alude a él llevando a cabo acciones que no corresponden a las que en ese momento está realizando, se las atribuye a la entidad Pedrito; con la misma natural facilidad que el cerebro del menor “localiza” a una Caperucita Roja en casa de su abuelita, sitúa a la entidad Pedrito allí donde el lenguaje de terceros la posicionan. A los cuatro años el menor dispone de una extensa biografía de la entidad Pedrito como consecuencia del lenguaje que han empleado terceros para referirse a tal entidad. La entidad Pedrito es diagramada por el lenguaje de terceros, y así como para el cerebro del menor a Caperucita Roja le es dado llevar a cabo acciones “muy reales” (cualquier adulto sabe que las acciones de Caperucita Roja solo tienen cabida en “mundos inmateriales y atemporales, y que tal entidad, alojada en el cerebro, solo existe en “la imaginación” del menor), a la entidad Pedrito también le es dado “transitar”, gracias al lenguaje de terceros, por “mundos atemporales e inmateriales”. En la práctica, gracias a la infinidad de oportunidades en las que el lenguaje de terceros se refiere a acciones que en ese momento el niño está llevando a cabo, en el cerebro del menor se llega a establecer una fuerte asociación entre la entidad Pedrito y su cuerpo material. Sin embargo, nunca llega a generarse una total fusión entre dicha entidad y su cuerpo material, tanto por cuanto en oportunidades el lenguaje de terceros alude a acciones de un Pedrito que no son las acciones que el cuerpo material del niño está realizando en ese momento, como debido a que el cerebro es una herramienta que surgió para administrar el cuerpo material del individuo, un cuerpo al que solo le es dado llevar a cabo acciones en el mundo de la materia, en el Presente en el que habita. Cuando terceros aluden a acciones que realiza Pedrito, y el niño no está realizando tales acciones, obviamente el cerebro del menor no asocia tales acciones con las acciones que está realizando su cuerpo material. De allí que, si bien con el tiempo el cerebro del niño va estableciendo una asociación cada vez más estrecha entre la entidad Pedrito y el cuerpo del menor, jamás tiene lugar una completa fusión entre la entidad Pedrito y el cuerpo del niño. El cerebro de un niño no solo es capaz de administrar biografías de entidades “de carne y hueso” o prefiguradas por terceros, como es el caso de una inmaterial Caperucita Roja. En efecto, es común que entre los 3 y 7 años los niños inventen amigos imaginarios, los que pueden desempeñar diversas funciones en la vida del menor. Pueden ser confidentes, compañeros de juego, consuelo en momentos de soledad o incluso chivos expiatorios para culpas y frustraciones; haciendo uso del lenguaje, la imaginación de un niño no tiene límites. En lo sucesivo, me referiré a la entidad Pedrito, que inicialmente es diagramada y “cobra vida” en el cerebro del menor a través del lenguaje de terceros, con el término “el YO”. En relación al número de palabras que un niño escucha durante sus primeros años de vida, es insignificante el número de palabras que emite. De allí que el YO, que “cobra vida” en la infancia, es caracterizado y “movilizado” por el lenguaje de terceros durante esa etapa de la vida del ser humano. En tal sentido, es decir, por su génesis, el YO es un hijo del Afecto, entidad cuya biografía paulatinamente va adquiriendo mayor “volumen”. La condición de ser un hijo del Afecto tiene como consecuencia que el YO resulta ser en extremo dependiente del “cómo me ven mis semejantes”. Si bien en otros seres vivos podemos encontrar algunos atisbos de vanidad, en el ser humano se expresa de manera sobresaliente tal característica. El YO, es valorado por el cerebro como una entidad cuyas acciones eventualmente son las que el cuerpo del menor está llevando a cabo, pero que adicionalmente puede llevar a cabo acciones en auténticos “mundos inmateriales” a través del uso del lenguaje. Tal excepcional dualidad imposibilita que llegue a darse una total fusión entre el cuerpo material que administra el cerebro y dicha entidad. Todo cerebro posee la capacidad para administrar la biografía de diversas entidades, biografías que son generadas a partir de la interacción del individuo con dichas entidades. Por cierto, la más “voluminosa” biografía corresponde a la experiencia de vida propia del Individuo, es decir, la autobiografía. Cuando mi perro observa volar a mi loro, incorpora en la biografía que de mi loro administra su cerebro, tal acción, es decir, integra en dicha biografía la capacidad del loro de volar; a la par, mi perro incorpora en su propia biografía de vida la experiencia de observar volar al loro. El cerebro de mi perro no se confunde, es decir, no asume que volar es una cualidad de su perruno cuerpo. No obstante la estrecha asociación que con el tiempo llega a establecerse en el cerebro entre el cuerpo material y el YO como consecuencia de las acciones comunes que ambos han llevado a cabo, el cerebro no se confunde, es decir no le asigna al cuerpo material la capacidad para llevar a cabo acciones en los particulares mundos atemporales e inmateriales a los que le es dado acceder al YO a través del lenguaje. Para el cerebro, para el inconsciente, para el mono que nos habita, la acción de Pensar, acción que para su ejecución precisa del empleo del lenguaje, es una acción del YO, no del cuerpo material. Lo que en lenguaje común llamamos “acción consciente” es una acción que el inconsciente asume que es llevada a cabo por el YO.

Que tienen consciencia de vida

@@dialogosjulianballen la unica especie que tiene conciencia que va morir.

Gracias!!!

El único sistema que funciona crack, y que permite que escribas donde lo estas haciendo. Los socialistas son un chiste.

Un saludo

Gracias mi viejo

Gracias!

Saludos mi viejo

Escríbeme por instagram y cuadramos un live nosotros

Gracias por estar!!

Con toda la esperanza del mundo en que sea útil

🙏

@@dialogosjulianballen ¡Cordial Saludo Julián Ballen, Infinitas Bendiciones, Prosperidades y Felicidades!🙌🏻🙌🏻😉😉✨✨💫💫🌟🌟🦾🦾🙏🏻🙏🏻🙏🏻🙏🏻

Saludos amiga Yina

Y en qué área del saber lo aplicas?

Porqué?

@@dialogosjulianballen bueno se puede interpretar según yo jsjsj que al final la realidad la hacemos nosotros, es decir la percepción la realidad objetiva es una que no depende del observador pero no podemos llegar a una realidad 100% objetiva por qué precisamente somos observadores, de esta manera nuestra percepción termina moldeando nuestra realidad.

Precisamente el concepto Deus proviene del griego, por lo tanto siempre ha existido la figura divina de una u otra forma, preciso mencionar que la idea del cristianismo difiere un poco de la idea de divinidad

@@dialogosjulianballen si claro ya es diferente el término creo que con los griegos era más referirse a lo eterno más que los entes que están sobre todo los demás en otro plano más allá del nuestro.

Siempre encontrándonos y deconstruyendonos para ser lo que somos

absolutamente

Con mucho cariño amiga

La falta de pensar un Propósito

Gracias

Unas duras las invitadas

Con cariño amiga

Con mucho amor

Mi amigo!! Cómo estás tiempo sin saber de ti!